Cultura

El repechaje de Amara

Fetiches ordinarios. Luigi Amara. Random House. México, 2025.
Fetiches ordinarios. Luigi Amara. Random House. México, 2025.


Inscrito en la tradición del ensayo estilo inglés, cobijado por la buena prosa y la curiosidad, Luigi Amara (Ciudad de México, 1971) nada en el mar de la libertad frente a una serie de objetos, propios de la vida cotidiana. La cobija, la maceta, el polvo, el paraguas, el jabón, el fuego, la escoba, la puerta, el lápiz, el libro, el martillo, la botella de agua, la pipa, el jardín, la hamaca. No, no es el juego de la lotería, sino las piezas que el escritor ha seleccionado para emprender una bitácora de vuelo, disertación, bazar de asombros, recuento de referencias, listado de coincidencias y antagonismos, dicotomías avant la lettre o una play list para convocar a sus amigos escritores.

Es un libro que abre caminos de exploración, marca la ruta de entrada a una serie de grutas. Son, por así decirlo, las hebras de una madeja con llamativos matices que, tarde o temprano, el lector recurrirá a ellas para tejer —y destejer— un tapiz en aras del conocimiento.

Un gabinete de curiosidades era considerado un espacio desordenado, donde los objetos se apilaban el uno sobre el otro, sin más pretensión que sorprender al espectador. Pero a partir del siglo XVIII, fueron cayendo en desuso y el museo comenzó a desplazar lenta, mas con eficacia, al gabinete. Cazar, atrapar la mirada de los visitantes y entregarles una ilusión. Lo que provoca sorpresa, afecto, es candidato a ser recolectado con la minucia —y argucia— de alguien que va por la vida y detiene su paso cuando encuentra un objeto sumamente preciado. No será una pieza más porque la meta no es acumular, como si fuera una patología de alguien que no puede deshacerse de nada y tiene que seguir reuniendo cosas sin un orden aparente. El coleccionista, a través de los años y de perseverar en sus obsesiones, aguarda con paciencia el momento en que determinada pieza será parte de sus anaqueles.

En estos estantes de Amara hay, según revela, fetiches “…esas cosas y pertenencias de las que nos rodeamos han adquirido la condición de amuletos, pues parecen estar investidos de fuerzas latentes; remite a la circunferencia perturbadora y cada vez más extendida de que, en un contrajuego animista o una ironía donde lo tribal se impone a lo postindustrial, nuestras posesiones también nos poseen, si bien desde nuestra petulancia racional prefiramos hablar, en todo caso, de la tutela o del cuidado que nos procuran nuestros gadgets.”

Lo que predomina detrás de estos fetiches, gadgets, cosas de todos los días, en realidad son libros, reflexiones, ideas, historia, orígenes. El autor encarna a un paseante que, en lugar de ir deshojando una margarita va escudriñando referencias, desde las más sencillas a las intrincadas. El nado es estilo libre, en aguas abiertas, acaso hasta completar la ruta de los siete mares. Así el ensayista, escudriña objetos, sustancias, fluidos, referencias; husmea como un sabueso; hace túneles en el tiempo entre un autor y otro, como si fuera un topo; ronronea las frases que más le gustan y a sus escritores de cabecera, en medio de reverberaciones que traen consigo a su corazón gozo y más gozo; croa referencias con entusiasmo, engolosinado para lograr un maridaje entre una sentencia y otra; trina de gusto al observar que sus columnas vertidas en el suplemento El Cultural, del periódico La Razón, hallaron hospedaje en forma de libro.

¿Cuál es el propósito de esta reclasificación de las cosas o repechaje de fetiches? Mostrar la variedad de saltos de rana que se pueden ejecutar entre uno y otro tópico, atestiguar lo bien que se ve que tomemos la vida con una aparente ligereza; mas no se corre el riesgo de caer en banalidades, sino en departamentos, mansiones, unidades habitacionales, casas de citas y célebres referencias. Y, específicamente, revelar los claroscuros que puede tener la materia ya sea en estado sólido, líquido o gaseoso; es ese sentido, se divisan las dos orillas de una isla sin tener preferencia por ninguna y ese es uno de los mayores desafíos. En la reflexión de cada uno de estos objetos es como si el autor lanzara una moneda al aire, pero antes de que caiga narra su historia e implicaciones, manojo de enunciados históricos, sociales, literarios, políticos, filosóficos y cinematográficos, por mencionar algunos.

El término repechaje proviene de la jerga futbolera, indica que se les otorga una oportunidad adicional a ciertos jugadores en el marco de una competencia. Proviene del francés repêcher que significa “pescar de nuevo”. Esa traducción está emparentada con lo que realiza el ensayista, atrapa de nuevo ideas relacionadas con el objeto de estudio. Por otro lado, en castellano el verbo repechar remite a hacer una parada de descanso en un viaje.

Acaso una dupla perfecta, para un próximo ejercicio a cuatro manos hipotético, sería invitar a que Hugo Hiriart haga mancuerna con Amara en otra serie de objetos, runas, caracoles o centros de mesa. Ahí estaría garantizada la dosis de ironía, el humor.

Cuántas veces terminamos de leer una novela, un libro de cuentos y sentimos que necesitamos de un libro de transición; es decir, un texto que, aunque no presuma de un conocimiento en un determinado tema, a la vez sea ágil, ocurrente, propositivo, como lo es esta colección de objetos. Estos libros de transición deberían editarse cada determinado tiempo y, de manera gradual, ir aumentando el nivel cultural que deriva en información fresca, salpicada de entretenimiento. Una opción viable sería leerlos y luego “olvidarlos” en sitios concurridos para que alguien los incorpore a su indagación. Borges solía llevar libros que ya no quería al café que visitaba con regularidad en Buenos Aires, para que hallaran a nuevos lectores.

En este ensamble ensayístico, la idea de recuperar la esencia del gabinete de curiosidades o bazar de asombros resulta atractiva. Queda la certeza de que, para tranquilidad del lector, Luigi Amara hizo un ejercicio de constelaciones bajo el amparo de Montaigne.


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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • [email protected]
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
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