al parecer el mayor terror de las y los automovilistas no es el pagar la tenencia (porque la evaden yendo a los Estados donde no se paga), las multas de tránsito, o los “gasolinazos”, sino las ciclovías.
Hace poco más de un año lo pudimos constatar, luego de que en Guadalajara, Jalisco, un automovilista se tirara al suelo como símbolo de descontento al oponerse a la creación de una ciclovía (situación que se viralizó y hasta “memes” le hicieron, por eso es difícil de olvidar).
Como ese ejemplo se tienen más: como el de San Luis Potosí con la ciclovía en la Avenida Carranza, en León con la ciclovía emergente en el bulevar López Mateos (la cual lograron que se retirara), en Ciudad de México con la ciclovía en la avenida Insurgentes, entre otros casos.
Ahora se vive el mismo descontento por el proyecto de ciclovía “Vía Libre” en Alfonso Reyes en San Pedro Garza García, el cual fue anunciado hace unos días por el alcalde de dicho municipio como respuesta a la problemática de movilidad urbana y seguridad vial que se vive no solo allí, sino en todo el Estado.
A pesar de las estadísticas de accidentes y muertes viales, las cuales posicionan a Nuevo León como una de las entidades con mayor índice de inseguridad vial, vecinos del lugar donde se quiere realizar el proyecto, “marcharon” en sus carros como manifestación en contra de este, motivados por el descontento al saber que las autoridades van a redistribuir un carril para que las y los ciclistas puedan transitar de forma segura.
De nueva cuenta estamos ante un grupo de personas que no pueden ver la realidad en la que vivimos y hasta la niegan, pues defienden a capa y espada al medio de transporte más deficiente y peligroso para la sociedad y el planeta.
Como ya les había comentado en textos anteriores, muy seguramente esto suceda debido a la burbuja de privilegios en la que se han y los han acostumbrado a vivir, al tratarse del usuario del espacio público mayormente beneficiado, tanto por la idea de éxito que nos han vendido (pues se cree que el automóvil es sinónimo de éste), como por la distribución de los recursos públicos, los cuales han sido utilizados en mayor medida para crear infraestructura que los privilegia a ellos, principalmente (si no me creen, tan solo comparen la calidad de las banquetas con las de los carriles de las calles por donde transiten).
Porque es difícil creer estar en lo correcto y que alguien te diga y demuestre que no, al igual que debe ser difícil contar con una serie de privilegios gracias a las desventajas que existen entre tú y los demás creadas por el sistema en el que vivimos, y que luego alguien venga y te diga que las cosas ya no pueden ni deben seguir así (porque están mal), pues necesitamos urgentemente que exista justicia social en nuestras ciudades.
Y no solo eso, sino que también es complicado encontrarnos frente al cambio. A todos nos da miedo y nos seguirá dando, pero no por ello debemos seguir estancados y menos cuando se trata de prevenir muertes a causa de la inseguridad vial.
Es por eso que he decidido escribirles estas letras a todas las personas que no han entendido que las ciclovías son buenas para todas las personas, nos movamos en bicicleta o no, porque proporcionan seguridad y una serie de beneficios que no alcanzo a citar.
La ciudad no solo es de ustedes, es de todas y todos.