Casi siempre, cuando habla Jerome Powell, los mercados lo resienten; en su presentación ante el Senado de Estados Unidos, el martes pasado, no fue la excepción. El mensaje fue negativo, pues dijo que las tasas de interés subirán más de lo previsto, que no esperaba que se redujeran en el transcurso de este año y que era posible que en la próxima reunión de política monetaria el incremento podía ser de 50 puntos base, por lo menos eso fue lo que entendieron los mercados.
Obvio, la reacción de los mercados fue muy negativa, pues los principales índices perdieron más de 1 por ciento, lo que recortó las alzas que vimos en los primeros 10 días de este mes. La reacción de Jerome Powell se justifica dado que hay algunos sectores en la economía de Estados Unidos que siguen mostrando fortaleza, entre los que se encuentra el sector servicios y, por supuesto lo que hemos visto de expansión en el empleo; basta recordar que en enero se crearon 517 mil nuevos puestos de trabajo, cuando la estimación era que subirían 225 mil.
Los discursos, tanto de Powell como de muchos otros funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos, tienen un alto contenido de expresiones que van enfocadas a crear expectativas; es en el mejor interés de la Fed decirle al mundo que piensa seguir incrementando las tasas de interés, con el objeto de crear una explicación que lleve a los mercados a pensar que la actividad económica pronto sentirá los efectos de dichas decisiones. El actuar sobre estas expectativas siempre ha sido parte del discurso de las autoridades, pero en realidad lo que cuenta no son los discursos, sino los datos reales, y para el tema que nos ocupa —que es la inflación y el rumbo de las tasas de interés— lo que hay que hacer es ser pacientes y esperar a que la realidad económica se manifieste.
Hoy se publica un dato que desconozco, pues este artículo lo escribí ayer, y se refiere a la cantidad de empleos que generó la economía estadunidense en febrero; si el dato está muy por encima de 225 mil, los mercados lo resentirán; si está por debajo de 200 mil se considerará como alentador, pero después de lo mencionado, quizá lo más importante sea la inflación en Estados Unidos en febrero, misma que se conocerá el próximo 14 de marzo; éste sí será determinante, no solo para los mercados, también para que la Reserva Federal tome la decisión de qué hacer con la tasa de interés.
Si la inflación de febrero preocupa, es muy posible que la Fed suba 50 puntos base la tasa de interés para llevarla de 4.7 a 5.25 por ciento; sin embargo si la inflación —tanto la nominal como la subyacente— se manifiesta hacia abajo, es también posible que el incremento en la tasa que se anuncie sea solo de un cuarto de punto.
Así las cosas, de lo que podemos estar seguros es de que la decisión sobre este importantísimo tema será un dato dependiente.
Manuel Somoza