Negocios

Cuando dicen que todo se ve bien, no se arregla lo que está mal

No me gusta criticar por criticar; sin embargo, algo que me cuesta trabajo de esta administración es que todo lo ven bien, y la verdad sea dicha, no todo está bien. En algunos temas hemos mejorado, pero en otros aún hay muchos problemas. De lo general a lo particular, no veo al gobierno preocupado por el estancamiento de la economía. Ahí están los avisos: en el primer trimestre el PIB creció apenas 0.3 por ciento —según el IGAE, a mayo la economía había crecido 0.44—, pero en el mes no subió nada, se espera alguna mejora en junio, aunque las proyecciones más optimistas nos llevan a un crecimiento de alrededor de 0.5 por ciento para el primer semestre; esta cifra es realmente pequeña e insuficiente para generar beneficios a la población.

El empleo está de capa caída, la creación de plazas formales, según los registros del IMSS, no ha crecido este año, y la informalidad genera salarios muy bajos. Ya se sienten las disminuciones en las ventas de los comercios y los restaurantes también están sufriendo, se nota cómo la gente ha bajado de forma importante su consumo.

Así tenemos toda una cadena de situaciones que reflejan una economía estancada, donde no se generan recursos para que la gente viva mejor. Con este panorama, ¿por qué decir que estamos bien?, ¿no creen que sería mejor aceptar la realidad, reconociendo que las cosas no van bien y empezar a lanzar iniciativas para reanimarla? Hay muchas cosas que se pueden hacer, por ejemplo, una reforma fiscal integral que permita incrementar los ingresos públicos y así estimular la inversión pública en infraestructura y servicios, detonantes de proyectos.

¿Qué pasa entonces? Que una reforma fiscal integral no es popular y el régimen actual solo empuja proyectos que le den votos para mantenerse en el poder; las miras son siempre de cortísimo plazo, cuando lo que se necesita son proyectos rentables y sostenibles en el mediano y largo plazos. Los políticos comunes solo piensan en la popularidad, los estadistas son quienes transforman las cosas para bien y toman los riesgos de implementar medidas impopulares en el corto plazo, pero que darán grandes beneficios a largo plazo.

En México sobran políticos y hacen falta estadistas. Lo que nos está pasando  en el país —ya lo describía Ortega y Gasset en su libro magistral La rebelión de las masas— es cómo cuando éstas dominan el escenario, se crean las dictaduras que terminan oprimiendo las libertades; talento sobra en México, apoyemos proyectos productivos y no solo programas sociales para mantener zánganos. Dejemos las ayudas para los adultos mayores y a los demás en lugar de darles pescados enseñémosles a pescar.

Además de que la economía no está bien, existen otras cuestiones donde las mejoras son urgentes.

Continuará.


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Manuel Somoza
  • Manuel Somoza
  • Presidente de CI Estrategias por Somoza Musi. Ejecutivo con más de cuatro décadas de experiencia en el sector financiero. Es economista de la Universidad Anáhuac y tiene una maestría en Finanzas del Tec de Monterrey.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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