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La nube que asfixia a Nuevo León

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  • Magda González

En Monterrey, levantar la vista al cielo se ha convertido en un acto de resignación. Lo que debería ser azul se ha vuelto gris, opaco, venenoso. Desde cualquier punto cardinal, la metrópoli está envuelta en una nube negra de partículas PM2.5 y PM10. Es oficial: respirar en la ciudad industrial más importante de México es, hoy, un riesgo sanitario.

La escena es apocalíptica: contaminación permanente, sequía prolongada, desertificación del suelo y una ausencia escandalosa de árboles y áreas verdes. Y sin embargo, lo más alarmante no es la nube en el cielo, sino la que cubre los escritorios de las autoridades: la nube de la indiferencia.

Estudios sobran. Diagnósticos también. Sabemos que la refinería de Cadereyta, en su versión fósil y obsoleta, lidera el ranking de contaminantes. Le siguen pedreras, empresas de concreto, asfalto, de construcción, transporte de carga… y, sí, también los autos particulares. Cada uno aporta su dosis diaria al coctel tóxico que respiramos. Y cada día, el estado responde con la fórmula de siempre: declaraciones vacías, acciones mínimas y consecuencias nulas.

En marzo, nos vendieron humo: la Comisión Ambiental Metropolitana fue anunciada con entusiasmo por los tres niveles de Gobierno. El gobernador Samuel García incluso prometió “cero tolerancia” para los contaminantes. Resultado tangible: tres suspensiones temporales. Ninguna clausura. Ningún parteaguas. Apenas un placebo.

Esta semana, el secretario de Gobierno de Nuevo León, Javier Navarro, aseguró que “se está trabajando” en los compromisos con la Federación. Otra vez una declaración al viento. Otro comunicado que no se traduce en acciones ni en mejoras perceptibles. Otra frase que se evapora más rápido que las esperanzas de aire limpio.

La presidenta Claudia Sheinbaum, en su más reciente visita, no habló del tema frente a los empresarios. Luego, desde La Mañanera del Pueblo, prometió coordinación con la UNAM y la Semarnat. Otra vez: sin resultados, sin estudios públicos, sin acciones visibles. Todo queda en el aire…

Y mientras se habla mucho, se actúa poco. En San Pedro se avizoran litigios por revertir el plan de densidades. En Monterrey se plantea una reforma al reglamento urbano que podría permitir construcciones antes de tener autorizada la Manifestación de Impacto Ambiental. Aunque el secretario de Desarrollo Urbano lo ha desmentido, en respuesta, ciudadanos de Monterrey —acompañados por la diputada federal Iraís Reyes— presentaron en el Palacio Municipal 894 firmas en contra de esta modificación. Los vecinos de diferentes sectores consideran que eliminar la MIA sería dar licencia a los grandes desarrolladores para construir sin restricciones, aun si eso significa contaminar más.

La nube que cubre Nuevo León no solo es física. Es también simbólica. Es la nube de la omisión, de la burocracia tibia, de los intereses privados por encima del bienestar colectivo. Es una nube de discursos vacíos que se esparcen con la misma facilidad que el esmog. Una nube que no solo oculta el cielo: nos quita el oxígeno.

Porque mientras no haya voluntad política, sanciones reales y un real compromiso interinstitucional, los nuevoleoneses seguiremos atrapados en este gris permanente. Un aire irrespirable. Un futuro cada vez más tóxico.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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