La pandemia nos ha mostrado cotidianamente la desigualdad sistemática en el mundo, pero quizá el mayor reflejo sea la vacunación global. Los países más ricos han preferido utilizar las vacunas como un medio de ganancias geopolíticas o abandonar a los países a su suerte.
Las peticiones iniciales a los gobiernos de los países ricos apelaron a su buena voluntad y han terminado en un pragmatismo que busca hacerles entender que, mientras el virus siga circulando, habrá más posibilidad de mutaciones y de que la emergencia sanitaria se mantenga.
“Hay que asegurar que para cuando llegue el Día Mundial de la Salud, el 7 de abril, las vacunas contra el covid-19 se estén administrando en todos los países, como símbolo de esperanza para superar la pandemia y las desigualdades existentes”, dijo en enero Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la Salud. Por supuesto, esto no pasó.
En abril dijo: “Sigue existiendo un impactante desequilibrio en la distribución mundial de vacunas. En promedio, en los países de altos ingresos casi una de cada cuatro personas ha recibido la vacuna. En los países de bajos ingresos, es una de cada 500”.
Agregó que algunos países están vacunando a personas jóvenes y de bajo riesgo a costa de “los trabajadores de la salud, las personas mayores y otros grupos de riesgo en otros países”. Y que, debido a que más transmisiones significan más variantes, el desequilibrio solo brinda “una falsa sensación de seguridad: cuantas más variantes surjan, más probabilidades hay de que eludan las vacunas. Mientras el virus continúe circulando la gente seguirá muriendo, el comercio y los viajes seguirán interrumpidos y la recuperación económica se retrasará aún más”.
La variante delta, que surgió en India y que ya asola el mundo, es una muestra clara de esto. Y vendrán más. Estados Unidos, en particular, ha abandonado a sus países “aliados” en América Latina. Mientras en ese país ya se habla de un verano sin cubrebocas, se vacuna a niños de 12 años y se eliminan las restricciones, Colombia y Argentina están en uno de los peores momentos de la pandemia. Fue hasta el 21 de junio que Estados Unidos anunció que les enviaría 14 millones de vacunas.
Que Nueva York —una de las ciudades más caras del mundo— haya anunciado que vacunaría gratuitamente a los turistas mientras Haití no había aplicado una sola vacuna al 9 de junio, habla del problema.
Por el otro lado, países como China han utilizado la vacunación como método de ganar países adeptos. De acuerdo con Foreign Policy, para mediados de mayo China había exportado más de 250 millones de dosis (42 por ciento de su producción total), mientras que Estados Unidos solo había exportado 3 millones de dosis (alrededor de 1 por ciento).
A cambio de las vacunas, el gobierno de ese país ha solicitado apoyos, particularmente en su pelea de décadas contra el gobierno de Taiwán. Paraguay, uno de los pocos Estados que reconocen a la isla, ha estado en medio de esa “diplomacia de vacunas” y ha señalado que recibió presiones al respecto.
La vacunación mundial seguirá condenada al fracaso a menos de que los países ricos entiendan que no hay otra forma de salvarse que de manera colectiva. O vencemos todos al virus o la pandemia seguirá indefinidamente. _
Mael Vallejo
@maelvallejo