Existen innumerables formas en las cuales las personas nos sentimos bien cuando contribuimos con algo que beneficia a los demás y obviamente también a nosotros mismos, el efecto que produce la cooperación no es tan solo una sensación de bienestar de manera general, sino que más específicamente, nos da un sentido de propiedad, aquello con lo cual contribuí de alguna manera lo siento mío, porque cooperar y participar, cuando lo hago desde la libertad, es decir, cuando elegí participar y cooperar, me compromete con aquello y con aquellos con los cuales realizamos la acción, el evento, el proyecto.
El sentido de pertenencia a un grupo, a una familia, a una empresa, a un equipo nos la da la capacidad de cooperación que tengamos, nuestra contribución libre y responsable nos hace sentirnos parte, nos integra, nos hermana y nos identifica.
La tarea une. Comprender y aprender los objetivos compartidos en familia, escuela, empresa y sociedad nos vincula a los demás de manera significativa y nos mueve a cooperar en su realización, nos lanza a encontrarnos con los demás, a concordar y acordar nuestra participación en el bien común.
Este sentido de cooperación, libre y responsable, lo aprendemos en la familia y desde muy pequeños, cuando, por la convivencia y la necesidades cotidianas nos van planteando el hecho de que no podemos dejar a la mamá hacer todos los quehaceres de la casa; aprendemos la cooperación cuando ayudamos a nuestros hermanos en sus tareas, cuando nos solicitan ayuda nuestros vecinos y amigos…
Este aprendizaje es verdaderamente importante y trascendente, ya que nos forma en una actitud solidaria, actitud que todos necesitamos para construirnos un mundo más amigable y agradable para todos.
Procurar la solidaridad, solidaridad en el pensar, en el sentir, en el actuar. Una persona solidaria rinde culto a la equidad.
Esto sólo se puede lograr si abrigamos sólidos principios humanos y morales, si sabemos que “alguien tiene que hacer la tarea” y nos apuntamos con nuestro talento y aptitudes.
Hacer lo que nos toca hacer en casa, contribuir y cooperar en las tareas de bienestar necesario en nuestra comunidad, aportar lo mejor que podamos en el trabajo, asociaciones y grupos, vivir con entusiasmo participando en la mejora continua de la vida propia y de los demás, le dará a nuestra existencia un mayor significado y plenitud…
Lo contrario sería un lamentable retroceso.