Así como los frutos de los árboles no maduran todos juntos, sino cada a uno a su tiempo, acompañados por el clima y el ambiente en el que se desarrollan, así también las personas, crecemos y maduramos en distintos aspectos.
No todas nuestras capacidades, ni nuestras potencialidades se desarrollan todas juntas.
En realidad, nunca dejamos de crecer ni de tener áreas para mejorar y desarrollar. Siempre hay algo para trabajar con uno mismo.
Algunas características de una personalidad madura. No es una lista completa, pero es una invitación a la reflexión personal.
1. Autodiferenciación: La idea de definir las propias metas y valores independientemente de las presiones sociales.
Es la capacidad de ser “yo” en medio del “nosotros”, de estar unido a otros, pero no fusionado con ellos, de poder decir “no” cuando eso es lo que se quiere, y de poder decir “sí” cuando así lo desee.
De defender las ideas, pero sin hostilidad.
2. Capacidad de establecer relaciones: la simpatía y el afecto por los otros es uno de los primeros signos de madurez.
Implica saber compartir, tolerar las diferencias interpersonales y aun aprovecharlas, intercambiar ideas sin buscar imponerse, y ser amistoso en general pero selectivo en las relaciones profundas.
3. Capacidad de dar y recibir afecto: alguien dijo que nada contribuye más a hacer malo a un hombre que el hecho de no ser amado. Si somos capaces de recibir, estamos reconociendo nuestras necesidades, nuestra vulnerabilidad y nuestras limitaciones.
Si somos capaces de dar, estamos siendo generosos, abiertos y benéficos. Ambas situaciones son básicas para la salud.
4. Conocimiento de los propios límites y posibilidades: conocer las debilidades, temores, y áreas personales menos desarrolladas facilita un mejor desenvolvimiento en la vida; además la persona madura no tiene problema en reconocerse como valiosa, digna y capaz de muchos logros.
5. Carácter democrático: así como confía en sí mismo y se valora, considera valiosos y capaces a los demás. No los envidia ni los ve como una amenaza para sí, sino como pares en el camino de la vida.
Por eso, la tolerancia religiosa, étnica, política es una característica de estas personas.
Podríamos agregar muchas otras más: por ejemplo, saber reconocer los errores y disculparse, ser espontáneo, tener un sentido del humor no agresivo, ser creativo, buscar resolver los problemas, no tener miedo de pedir ayuda si es necesaria, etc.
Nadie es maduro en todas las áreas y circunstancias de la vida. Por eso crecer y mejorar es un desafío constante.
Aceptarlo es el primer paso hacia el desarrollo personal.