Política

A treinta años de la autonomía

  • Diario de campo
  • A treinta años de la autonomía
  • Luis Miguel Rionda

Este martes 21 pasado se conmemoraron las primeras tres décadas de la autonomía de la Universidad de Guanajuato. Tres décadas que han transcurrido como agua. En homenaje a tal suceso, quiero compartir un artículo que publiqué el 29 de mayo de 1994 en el Dossier Político No. 6 que editaba el periódico El Nacional de Guanajuato:

“En varias décadas, Guanajuato no había vivido un proceso de renovación y de ampliación de su vida democrática como el que hemos experimentado desde 1991 a la fecha. A pesar de que la convivencia bipartidista en el poder fue una experiencia forzada e impuesta por el centro, y por ello mismo implícitamente autoritaria y antidemocrática, no es posible negar que con ella se han abierto amplios espacios para el ejercicio de la democracia en la vida política cotidiana, la negociación con el otro, la construcción de consensos y la aplicación real del principio republicano de la división de poderes, aunque aún esté pendiente el auténtico federalismo. […]

“Uno de los espacios democráticos que se han abierto con mayor amplitud dentro de este contexto ha sido el de la Universidad de Guanajuato. Todos los universitarios recordamos con coraje el uso faccioso o político al que podía dar lugar el gobierno de la UG. La rectoría no siempre era conducida con criterios académicos, y con frecuencia fue antesala para puestos políticos para sus detentadores circunstanciales. Mucho se ha dicho alrededor de la autonomía real o ficticia de la que ‘gozaba’ la UG. Es cierto, la vieja Ley Orgánica le otorgaba un importante grado de autonomía interna y administrativa a nuestra institución, pero esa autonomía no era detentada por la comunidad y sus órganos representativos formales […], sino por la persona del señor Rector y su círculo inmediato.

“El nombramiento del rector era, teóricamente, la única prerrogativa que se reservaba el Gobernador. Pero si analizamos la estructura autoritaria y piramidal que aún padece nuestra universidad, que se refleja no sólo en lo administrativo sino inclusive en lo académico y hasta en la propia aula, podemos darnos una idea del enorme poder --enorme para una institución que se precia de intelectual y científica-- que detentaba en sus manos la institución rectoral.

“El cambio dentro de la UG es imposible de ser analizado si no tomamos en cuenta el inquieto e interesante entorno político en que se ha gestado. Guanajuato en 1994 es muy distinto al Guanajuato pasivo e indiferente de los años ochenta. La emergencia democratizadora de 1991 se aunó a la experiencia de gobierno compartido que se ha desarrollado en los últimos tres años. Todos aquellos universitarios que desde hace buen tiempo simpatizamos con la idea de la autonomía somos conscientes de que sin estas afortunadas circunstancias, hubiera sido extremadamente ilusorio pensar que un gobierno unipartidista con un congreso incondicional hubiese estado de acuerdo en dejar ir un espacio de poder y arriesgarse a tener que lidiar un día con una universidad crítica y analítica […].

“La actual legislatura, dominada por el PRI, también ha debido hacer gala de amplitud de criterio y apertura dialéctica. No se ha convertido en un torpedero permanente de cualquier iniciativa del ejecutivo, sino más bien en interlocutor calificado. Muchos de los diputados son egresados de las aulas de la UG --lo cual es más raro entre los funcionarios de alto nivel del ejecutivo-- y son miembros de generaciones recientes. […]

“En noviembre de 1991 los miembros del Grupo Universitario, conjunto de opinión que surgió en la UG a raíz de la imposición de un rector ajeno a la academia, nos entrevistamos por separado con el Lic. Chaurand [líder del Congreso] y con el Ing. Medina [gobernador]. A ambos les planteamos la necesidad de otorgarle a la UG el estatus de la autonomía. Para nuestra sorpresa, acostumbrados como estábamos durante la administración anterior a la desconfianza y la suspicacia frente a iniciativas democratizadoras como ésta, recibimos de ambos personajes la expresión de la mejor voluntad y simpatía ante una posibilidad de este corte. Ambos coincidieron en que este esfuerzo debería generarse desde la propia comunidad universitaria y que no fuera expresión de un sólo grupo. Esto puso en evidencia que, dentro del complicado panorama político del cogobierno, la universidad no se convertiría en una más de las arenas de confrontación partidaria y que ambos líderes estaban muy conscientes de su responsabilidad histórica frente a nuestra casa de estudios.

“Otro elemento fundamental dentro de este proceso exitoso de reforma universitaria y conquista de la autonomía fue el rector Romero Hicks. Su nombramiento fue uno de los grandes aciertos --si no el mayor-- que en materia educativa se ha anotado esta administración. La academia le fluye por las venas a Juan Carlos; en ella se ha formado y se ha desarrollado. El proyecto de universidad que ha impulsado es de corte moderno y riguroso. Con él la UG emprendió el más amplio proceso de consulta interna y externa, que fructificó en el proyecto de Ley Orgánica que felizmente aprobó el congreso prácticamente inalterado”. 


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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