Van siete poemas coreanos. Vienen en World Poetry (Quality Paperback, NY,1998). Las versiones del inglés y los títulos son míos.
~Han Kwak (siglo XVI). Lo que sí. No saques el petate;/ Me siento en hojas secas./ Y no prendas la antorcha;/ Con luna, y ya, esta noche.// Pero sí algún vinito./ Y ensalada. Un platito.
~Anónimo (s. XVI). Abanico para qué. Cuando pienso por qué/ Me enviaste el abanico,/ Me pregunto: ¿así apago/ En mi pecho este fuego?// ¿Cómo va un abanico a apagar fuego?/ Ni siquiera las lágrimas pudieron.
~Yi Kyubo (1168-1241). De lunas y jarros. I. El agua azul riza el pozo en la esquina de la roca musgosa. /La luna nueva está grabada ahí dentro, hermosa./ Saco una parte de agua, y sólo media sombra llena mi jarro./ Me temo que llevaré a casa sólo medio espejo dorado.
II. Un monje de montaña la luna codiciaba./ Sacó agua, llenó todo un jarro./ Pero al llegar a su templo vio de plano/ Que a jarro zarandeado, pues luna derramada.
~Anónimo (s.XVI) Ni que fueran basura. Anoche el viento echó abajo/ Florezonas de durazno./ Veo que comienza a barrerlas/ Un muchacho a escobetazos.// Hey, muchacho, no jorobes:/ Aunque por tierra, aún son flores.
~Song Sun (1495-1583). Ya no caben. Diez años me llevó/ Construir mi cabañita./ Hoy a una mitad de ella/ El viento frío la habita./ Y al resto lo llena/ La luna que brilla.// Monte y arroyo, van fuera;/ No caben; ni aunque quisiera.
~Anónimo (s. XVI). El pepino. Envejecer: agonía. /Puras canas, creía;/ Pero se me caen los dientes/ Y oír es una suerte/ De lucha contra sordera./ Comparadas, no son nada/ En la cabeza las canas.// Y ella —mi cariñito/ De noche— me mira y mira,/ Como si un pepino amargo/ Su vista fuera manchando.
~Cho-Yong (1050-1100). Canción de las cuatro piernas. (Una “ranchera”). Parrandeo de noche/ Por la luz lunada/ Y al volver a casa/ Cuatro piernas liadas/ Me encuentro en mi cama./ De las cuatro piernas/ Dos ya conocía/ Pues con mis dos piernas/ Mezclarse sabían;/ De las cuatro piernas/ Ya ninguna es mía.