Van —dice el camaleón peripatético en el cuarto donde escribo— unos trazos que hice siguiendo la edición especial en dvd (Warner Brothers, 2005), y un texto (Rebecca Sollnit, Harper's, septiembre) de y sobre una película dirigida por George Stevens que este 2016 cumple 60 años: Gigante.
Donde Leslie Lynnton (Elizabeth Taylor) en el estado de Maryland encanta y desconcierta a Jordan Benedict II (Rock Hudson), el ranchero texano, por atractiva y por decir lo que piensa.
Donde la vemos montar un refulgente caballo negro, un semental que él ha venido a comprarle al padre de ella.
Donde vemos que en el desayuno al día siguiente del encuentro de Leslie y JB II ella le dice que se pasó hasta las cinco de la madrugada leyendo sobre su estado natal; cuando él se dispone a recibir halagos ella comenta: "De veras que nos robamos Texas. Quiero decir: fue un robo a México".
Donde JB II sobrevive amorosamente a las claridosidades de Leslie y en una escena los vemos recién casados y rumbo a Texas; a la llegada JB II regaña en español a un empleado mexicano ("otra vez tarde") que ha ido a recogerlos y luego rabia en inglés: "Esta gente no aprende".
Donde vemos que ella se adapta al entorno y algo más: aunque le advierten que no lo haga, se mezcla con los trabajadores mexicanos en el rancho de 240 mil hectáreas; se da y nos damos cuenta de que no solo está en una tierra árida sino en una situación de apartheid.
Donde vemos que Leslie ha llevado el caballo de Maryland a Texas; tal cosa parece hablar por la fuerza salvaje: percibimos una agradable subversión al cliché de que el Este de donde ella viene representa la inacción etérea.
Donde vemos que la creen incapaz de moverse bien en el entorno y le asignan al mozo Jett Rink (James Dean) para que sea su chofer; claro que él se enamora de ella en parte porque lo trata bien y con divertido respeto, y en parte porque ella es la cosa más despampanante que el mundo ha visto.
Donde vemos que la brusca cuñada de Leslie se empeña en montar y "someter" al semental y muere cuando éste la tira; pero escenas antes ocurre una resurrección: Leslie le dice a Jett que pare el carro en el barrio de jacales donde viven los trabajadores mexicanos y ahí se encuentra a una madre postrada y a un bebé enfermo.
Donde Leslie viola la segregación del sitio al lograr que el médico que ha venido a atender a su cuñada moribunda haga algo más útil al regreso: salvar la vida de aquel niño llamado Ángel Obregón.
Donde vemos que a JB II le ocurre lo peor: tiene un hijo que teme a los caballos, de adulto (Dennis Hopper) se vuelve médico y se casa en secreto con la enfermera mexicana Juana Guerra (Elsa Cárdenas).
Donde vemos que a Juana unas peinadoras rubias en un salón de belleza se niegan a arreglarle el pelo; y luego, en un restaurante donde ella ha parado con su esposo, su hijo y sus suegros, vemos cómo corren a tres mexicanos humildes. JB II finalmente se pone a la altura y le da un puñetazo al enorme mesero del restaurant. Y aunque pierde el pleito, gana la admiración de Leslie.
Donde vemos que Jordan Benedict III
se niega siquiera a la posibilidad de hacerse cargo del rancho, lo mismo que una hija: JB II se da cuenta de que ha engendrado hijos pero no dinastía ni herederos; y Ángel Obregón (de adulto, Sal Mineo), reconocido unas escenas antes como el mejor hombre del rancho, no obtiene "ascenso": queda claro que si JB II no fuera un racista tendría a la mano a un heredero de verdad, al que su esposa salvó de la muerte años antes. No es así y poco después Ángel vuelve al rancho en un ataúd luego de combatir en la Segunda Guerra Mundial.
Donde vemos que con calma y tersura la película le ha negado al patriarca toda forma de poder patriarcal: su esposa no lo ha obedecido; sus hijos no se avienen a lo que él o El Linaje había planeado para ellos.
Donde vemos que hasta el rancherismo cede su poder al petróleo, la industria que ha cambiado Texas, y Jett Rink, el mozo despreciado, se ha vuelto un magnate petrolero.
Donde vemos que el cambio no es solo de vacas a crudo, sino de lo patriarcal a un tipo de reorganización donde todo se negocia: el comienzo de nuestra disputada era contemporánea.
Donde vemos en la última escena los grandes ojos cafés de un pequeño, Jordan Benedict IV, un niño moreno que llevará el nombre de la familia mientras todo parece decir: "Este es el futuro; acostúmbrense".