Negocios

El apetito del extranjero

Desde que tengo memoria ha existido una relación amor-odio entre el inversionista global y el mercado emergente. Es una relación que responde, como muchas otras relaciones en el mercado, al apetito de riesgo que existe en un momento específico de tiempo y que está sujeto a las vicisitudes de la economía global. El caso actual, como el lector podrá sospecharlo, no es una excepción.

De 2021 a la fecha, el mercado emergente tuvo la visión de adelantar su ciclo de alza de tasas, y esto lo ha puesto en una posición bastante más ventajosa que al mercado desarrollado. Por ejemplo, hay que recordar que México empezó a subir tasas en junio de 2021, mientras que la Fed empezó ocho meses después, en febrero de 2022. Además, muchos de los países emergentes, (y aquí México sí es una excepción) han sido mucho más agresivos que los mercados desarrollados al momento de determinar el tamaño de esas subidas de tasas: mientras que la Fed subía 0.50 o 0.75 por ciento, algunos bancos centrales emergentes subían su tasa en magnitudes mucho mayores (1.25-1.50 por ciento).

Conforme nos acercamos al fin del ciclo restrictivo de tasas en todo el mundo, y entramos en un periodo de “esperar y ver qué pasa” de la política monetaria, el mercado emergente se sentará a dejar correr el tiempo sobre tasas mucho más altas que el mercado desarrollado, y México aquí no es una excepción. Todo parece indicar que la tasa terminal en México rondará alrededor de 10.75-11.25 por ciento, es decir, muy cerca de los niveles actuales (10.50 por ciento), y que la Fed terminará su ciclo en niveles entre 4.75-5.25 por ciento (4.50 por ciento actual). ¡México tendrá una tasa de más del doble de lo que tendrá Estados Unidos!

Si a lo anterior le sumamos que el perfil crediticio de México ya se estabilizó, después de dos años de completa convulsión donde hasta el más optimista presagiaba un desastre, podemos concluir que México está en un sweet spot (como suele decirse en inglés): perfil crediticio con grado de inversión (arriba de BBB-), profundidad de mercado (arriba de 400 mil millones de pesos) y tasas locales atractivas (arriba de 7 por ciento). De hecho, hoy solo existen dos países emergentes con estas características: India y México.

Eso nos lleva a hablar de lo que ha pasado los últimos meses. Han pasado varios años (casi una década) de que la tenencia extranjera en bonos locales tocara un máximo histórico, esto es, de que los extranjeros tuvieran en su poder 40 por ciento de la deuda total denominada en pesos en circulación. Desde entonces, hemos visto una paulatina desinversión del inversionista global de deuda local para llegar, hasta hace unos meses, a tan solo 16 por ciento, es decir, el extranjero desinvirtió más de la mitad de su posición en apenas ocho años. Si bien la desinversión ha sido “ordenada” y no ha causado grandes disrupciones, es un reflejo del constante declive del apetito extranjero hacia el país.

Sin embargo, en noviembre y diciembre de 2022 vimos un cambio de 180 grados en la intención de compra de los extranjeros respecto a la deuda local mexicana. Para dar al lector una idea, en tan solo dos meses entraron 188 mil 600 millones de pesos para comprar deuda local proveniente del inversionista global. ¿Eso es mucho o es poco?, en la historia del país, y desde que los extranjeros compran deuda local mexicana, no se había observado esa cantidad de dinero entrar en una ventana de dos meses. De hecho, a finales de octubre traíamos en el año un flujo neto negativo de 115 mil millones de pesos, y con la entrada de capital registrada en el último bimestre, 2022 resultó ser un año positivo en términos de inversión extranjera en deuda local.

¿A qué responde este cambio? A los tres factores arriba mencionados: una tasa atractiva, una calificación estable y decente y un mercado profundo. Todo lo anterior trae consecuencias positivas: 1. Un tipo de cambio relativamente apreciado (la entrada de extranjeros a deuda local es uno de los factores que ha apreciado al peso los últimos meses). 2. Diversificación en el tipo y número de inversionistas que compran deuda mexicana. 3. Tasas de intereses más bajas para pedir prestado. De hecho, ahondando en este último punto, en las últimas semanas, y por el apetito que hemos visto en los mercados de deuda, las tasas de largo plazo han bajado de manera considerable, por lo que, cualquier emisor que busque financiarse emitiendo deuda podrá hacerlo a tasas más atractivas que hace un par de meses.

La pregunta obligada es: ¿es sostenible? ¿qué tanto durará? Difícil saberlo. Todo dependerá de que las condiciones, tanto absolutas como relativas (con relación a otros países emergentes), permanezcan favorables para México; sin embargo, lo que es indudable es que está en el interés de todos, gobierno y empresas, mantener y avivar el apetito del extranjero en la deuda local. Eso traerá, sin duda, mejores prácticas, mejores tasas y mejores condiciones de financiamiento para los agentes económicos de todo el país.

Por Luis Gonzalí, CFA. VP/Co-director de Inversiones en Franklin Templeton México




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  • CFA, Gestor del Fondo, VP y Co Director de Inversiones en Franklin Templeton México.
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