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Banxico: el camino de terracería que tiene por delante

Una característica muy marcada de los mexicanos es que tendemos hacia el atavismo. Solemos arrastrar las narrativas del pasado como una herencia sagrada que no cambia y se perpetúa de generación en generación, de abuelo a padre, de padre a hijo. Una de estas ideas atávicas es que México vive una crisis perpetua desde la década de los años 80, y ¡no es para menos! En esa década México vivió una de sus peores rachas de la historia reciente que, por la experiencia de haberla vivido, marcó a más de una generación. La “generación de la crisis” la llamo yo.

Sin embargo, la realidad está muy alejada de la creencia popular. Si bien la debacle de los 90 no ayudó a eliminar la idea de una constante crisis, México salió fortalecido de ella y, de 1997 a la fecha, las crisis que ha experimentado el país han sido bastante puntuales y escasas. En gran medida, la estabilidad ha sido la regla y las crisis la excepción.

La estabilidad que ha vivido México en las últimas dos décadas no es producto del azar y mucho de esta “tranquilidad” económica se debe, en gran medida, al Banco de México. Banxico se volvió autónomo en abril de 1994, con Don Miguel Mancera a la cabeza, y desde entonces su gestión ha sido impecable. Bajo la batuta de los 4 Gobernadores que ha tenido en su vida autónoma (Miguel Mancera, Guillermo Ortiz, Agustín Carstens y Alejandro Díaz de León), Banxico se ha consolidado, con mucha razón, como una de las instituciones más sólidas y respetadas de nuestro país. Sin duda, nuestro Banco Central es uno de los grandes pilares que sostiene la estabilidad económica y financiera de nuestro país.

Pero ¿a dónde voy con tanto elogio?, la autonomía de un Banco Central es una cualidad necesaria mas no suficiente para el buen desempeño de dicho organismo. Además de la sagrada autonomía y de un conocimiento profundo de la dinámica económica y financiera del país, también se requieren, a mi parecer, dos cosas más:

1) la sensación de continuidad en las políticas (implícitas o explícitas) implementadas con anterioridad, sobre todo si han funcionado y

2) la sensación de que el Banco trabaja como un solo organismo en donde, independientemente de los puntos de vista teóricos o metodológicos, todos se alinean a las decisiones tomadas en consenso.

Un ejemplo de esas políticas implícitas que ha hecho que Banxico se consolide como una de las instituciones más importantes en este país es su prudencia. La prudencia está tan arraigada en el Banco que el ejercicio de ésta debería tener carácter constitucional. Permítanme ejemplificar esta prudencia que alabo en cuestión de política monetaria comparando la gestión de Banxico con algunos otros Bancos Centrales en Latinoamérica. Desde 2008 (fecha en la que se empezó a usar la tasa de referencia como herramienta de política monetaria por Banxico), México ha tenido 46 cambios en dicha tasa. Por otro lado, Brasil ha tenido 71, Chile 49, Colombia 66 y Perú 48. Los cambios de tasa de Banxico han estado entre -0.75 por ciento y los 0.50 por ciento, mientras que los de Brasil entre -1.50 por ciento y 1.50 por ciento, Chile entre -2.50 por ciento y 1.25 por ciento, Colombia entre -1 por ciento y 0.5 por ciento y Perú entre -1 por ciento y 0.50 por ciento, es decir, Banxico ha sido el que se ha movido en el rango más estrecho.

Otra política que ha seguido el Banco y que ha abonado de manera importante a su credibilidad es cerrar filas alrededor del consenso de la Junta de Gobierno, independientemente de quién es el portador del mensaje (el Gobernador o los Subgobernadores). Un ejemplo fue el periodo de subida de tasas de 0.50 por ciento que vimos bajo Carstens de febrero 2016 a febrero 2017 (6 de las 7 subidas de tasas de 0.50 por ciento se dieron en este periodo), en un contexto de depreciación continua de tipo de cambio sin precedente (pasó de 13 pesos por dólar a 22 pesos por dólar en 2 años y medio). Las decisiones en este momento de alta incertidumbre económica y financiera fueron tajantes y unánimes. Todos los miembros de la Junta de Gobierno cerraron filas y, si llegó a haber críticas sobre el punto de vista de alguien, sucedió “detrás del escenario” y ninguno de nosotros se enteró. Al final, el Banco mostró una sola cara, un solo argumento, una sola decisión.

Sin embargo, esta vez no ha sido así. Si bien hay una sola minuta y un solo comunicado y se actúa siguiendo el consenso de la Junta, las críticas entre miembros pasaron de ser privadas a ser públicas. El Banco sigue mostrando una cara en su comunicación oficial, pero sus miembros ya no cierran fila alrededor del consenso. Esto, aunado a que la narrativa de “ellos” contra “nosotros” está empezando a crecer al interior de Banxico, solo podría ser contraproducente para la credibilidad de nuestro Banco Central.

Además, si a eso le sumamos que la nueva batuta del Banco está en manos de una persona que aún no demuestra sus capacidades técnicas en política monetaria (no digo que no las tenga, sino que aún no ha tenido oportunidad de demostrarlas), desconocida en el ámbito financiero y académico, entonces a la narrativa de “ellos” contra “nosotros” deberemos sumarle una competencia de poder al interior del Banco. Dentro de Banxico hay voces fuertes que se han hecho notar a lo largo de los últimos años y, ante la ausencia de un liderazgo fuerte (que la nueva Gobernadora tampoco ha tenido oportunidad de demostrar), el riesgo de que varios busquen llenar ese posible vacío de poder para convertirse en la voz cantante de la Junta de Gobierno aumenta considerablemente. Dado esto, es probable que durante el año las fricciones al interior de la Junta de Gobierno aumenten, mandando señales complejas al mercado y a los agentes económicos.

A mi parecer, de concretarse los riesgos señalados (un Banxico menos prudente a raíz de una junta no homogénea, encontrada y polarizada), las capacidades de comunicación del Banco se podrían ver entorpecidas y su credibilidad bastante mermada; y no está de más recordar que el activo más importante del cualquier Banco Central no son sus reservas, sino su credibilidad.

Termino esta columna con el ferviente deseo de estar leyendo mal los riesgos al interior de Banxico. Sinceramente le deseo a Victoria Rodríguez un mandato al frente del Banco lo más exitoso posible. Sin embargo, no dudo que será bastante complejo, tanto por la posición en la que se encuentra el país entrando a 2022, así como por la narrativa polarizante que ha ido creciendo al interior de la Junta de Gobierno. El tiempo dirá y, por lo pronto, el mercado espera con ansias (y un poco de nerviosismo) su primera intervención del año como Gobernadora del Banco el 10 de febrero.

Luis Gonzalí*

* Es vicepresidente y co-director de Inversiones en Franklin Templeton México

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  • CFA, Gestor del Fondo, VP y Co Director de Inversiones en Franklin Templeton México.
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