Cuando en las apuestas un boxeador o cualquier deportista en general está desfavorecido ¡11 a 1! (algunas casas británicas lo tenían 32 a 1), significa que los expertos consideran ínfimas sus posibilidades de triunfo, pues este fue el caso de Andy Ruiz previo a su pelea del sábado frente al británico Anthony Joshua.
Pero esto no le importó al mexico-americano, un hombre del que muchos se mofaron de su físico en las redes sociales, pues no presentaba el estereotipo de un pugilista de peso completo, estético y musculoso. Ruiz se repuso de una caída en el tercer episodio y en ese mismo asalto se puso a intercambiar golpes con el campeón, mandándolo también a la lona.
El poderío y velocidad de puños del hombre de padres mexicanos, pero nacido en Estados Unidos terminaron por confundir a Joshua, quien no supo contrarrestar los golpes de Ruiz Jr., quien adquirió confianza y dominio de la contienda, la cual finiquitó en el séptimo al enviar en dos ocasiones a Joshua a la lona, obligando al réferi a detener la pelea.
La mayor sorpresa en la historia del boxeo, como la calificaron muchos, se había dado. Equiparable tal vez a la victoria de James Buster Douglas sobre Mike Tyson en Japón.
Ojalá que esta gran victoria de Ruiz y la fama que lo acompañó no sea efímera. El primer campeón de peso completo en la historia está en una nube, y se lo merece, que la disfrute, pero que no se duerma en su hamaca y demuestre que puede hacer varias defensas de su corona, empezando quizás con la revancha ante Joshua, contienda que si se dá, le daría a Ruiz una bolsa cercana a los 20 millones de dólares.