Cuando en los albores de la historia el primer ser humano empezó a razonar con un mediano criterio lógico, se dio cuenta que mas allá de la semejanza física cada uno de sus congéneres era muy diferente en su individualidad, término éste, que se refiere a una persona o cosa que es única y separada de las demás.
Este primitivo y agudo observador, con los siglos evolucionó de brujo a sacerdote, médico, sociólogo, psicólogo y a toda la amplia diversidad de estudiosos del comportamiento humano.
Desde entonces muchas teorías y ponencias se han propuesto para distinguir y clasificar los distintos tipos de personalidad de los seres humanos.
Como la teoría Humoral de Galeno (S. II d.C.) que determinaba el tipo de temperamento según los cuatro humores: el sanguíneo, el flemático, el colérico y el melancólico.
O bien como el hoy tan popular Eneagrama, con raíces históricas en los sufíes (S. VII d. C.) pero descubierto por jesuitas y difundido por Oscar Ichazo en 1954, sin mencionar la amplia gama de tipos de personalidad que existen según la psicología moderna.
Por si esta variopinta diversidad no fuera suficiente para dimensionar lo complicada que puede llagar a ser la relación entre las personas, que como ya vimos son únicas y diferentes a todas los demás, debemos incluir la cultura en la que esas personas nacen crecen y se desarrollan, lo que en tratándose de la selección y unión de una pareja con fines de compartir la vida y formar una familia, juega un papel determinante, sobre todo en lo tocante a la cultura familiar, en la que subyacen creencias, hábitos y costumbres, que a la hora de la convivencia diaria pesan más de lo que podría suponerse.
Compartir la vida en pareja no es cosa fácil, como tampoco lo es romper un proyecto de vida cuando es elaborado para cumplir un objetivo de largo plazo, el fracaso es difícil de asimilar y deja siempre heridas emocionales.
La “media naranja” es sólo una ficción “holywoodesca”, pero aunque el océano de personalidades es vasto, siempre puede haber una pareja adecuada, o por lo menos, que no sea tan dispareja.