Decía el por lo común mal entendido filósofo y filólogo alemán, Federico Nietzsche, (1844-1900), qué: “no hay hechos, solo hay interpretaciones”, observación que hoy más se sostiene según avanza la neurociencia en el estudio de eso que los antiguos griegos llamaron “psique”, en donde se dan los procesos de la mente humana y que ellos concebían como “anima” o alma, término éste de donde deriva la frase de “estado de ánimo”, que no es sino el estado emocional del alma humana.
Si consideramos que siempre estamos en un cierto estado de ánimo, ya sea de alegría, odio, ira o tristeza, o bien en una mezcla de éstos o de otras emociones que de ellos se desprenden, es fácil entender que el mismo hecho no signifique lo mismo para una que para otra persona, o incluso para uno mismo según sea el momento en el que vivimos.
Ante un cierto hecho, para interpretarlo nuestra psique echa mano de nuestro lenguaje interno y de la emoción que se vive, para con ese diálogo crear así una narrativa que nos permita formarnos una opinión del hecho, el problema se presenta cuando las emociones contaminan el discurso interno con distorsiones, omisiones y otras fallas del pensamiento.
Luego, conforme a esa narrativa interna, actuamos, tomamos decisiones o nos relacionamos con los demás, a veces con consecuencias irreparables.
El filósofo y psicólogo francés Michel Foucault, (1926-1984) casi 100 años después retoma a Nietzsche cuando afirma que no existe la verdad absoluta, sino que existen interpretaciones múltiples de los hechos, de donde en su teoría del Bio-poder, sostiene que el poderoso es el que dispone de los medios para imponer su versión de la verdad, mediante el manejo y manipulación de las emociones, todo ello en el contexto de la Bio-política, una forma de gobierno que busca el control de los procesos biológicos de la población.
La alegría falsa o exacerbada lleva a la pérdida de contacto con la realidad.
El odio genera la intolerancia. La ira nos arrastra a la violencia.
Y la tristeza alimenta la esperanza. Bienvenidos seamos mexicanos a un nuevo año electoral.
