Tuve muchas conversaciones con otros hombres sobre las manifestaciones del 8 y el paro del 9 de marzo para la protección a la mujer. De entrada, las participantes pueden tomar como un triunfo que nos tienen al sexo opuesto pensando en el tema. Desafortunadamente, hay el mismo número de conversaciones negativas que positivas. No se requiere mucha imaginación para adivinar la reacción de muchos hombres. Hay también quienes quieren apoyar la causa, pero la verdad es que no saben cómo y lejos de juzgar su incapacidad de contribuir de inmediato, necesitamos capitalizar la oportunidad para dialogar.
Les doy un ejemplo ¿Podían o no participar hombres en las marchas? La respuesta no es obvia y encuestas mostraban que la opinión estaba dividida entre mujeres que querían mantener las manifestaciones solo con participantes femeninas y quienes daban la bienvenida a hombres que quieren apoyar la causa. Ambas son respetables, pero como hombres es imposible saber cómo expresar apoyo sin caer en la trampa de no respetar que las mujeres no necesitan de nuestra ayuda.
Las marchas y el paro trajeron atención al tema, pero no acción y mientras que el 8 y el 9 de marzo no requerían participación masculina, el cambio tiene que producirse en los hombres. Para algunos, los hombres están cultural, biológica y convenientemente programados para abusar de las mujeres. Es una excusa, un pretexto para justificar inacción o peor aún, agresión. Sin embargo, tenemos que desprogramarnos si queremos iniciar un cambio y eso empieza con un análisis honesto de cómo somos y por qué somos así.
Las razones biológicas están obsoletas, la raza humana continuará, aunque todos los hombres nos hagamos unos maricones sentimentales. Las razones culturales están bien arraigadas. A los hombres mexicanos nos enseñan desde niños que la mujer es el sexo débil, que las mamás (y eventualmente esposas) están ahí para servirnos, que las mujeres nos necesitan a nosotros más que nosotros a ellas. Finalmente, las de conveniencia son universales, más mujeres en el trabajo son más competencia, compartir las tareas en el hogar es más trabajo para el hombre, en materia sexual no se diga, no tiene nada que ver tener una pareja con tener a una sirvienta en la cama.
Muchos hombres se preguntan qué tiene que ver todo eso con la violencia. Ellos nunca le han pegado a una mujer. Bien podría ser cierto eso, pero todos los hombres toleramos un ambiente tóxico cuando permitimos bromas de mujeres que no haríamos sobre hombres, cuando alguien en un grupo social hace avances a una mujer que la incomodan y en general cuando tratamos a alguien diferente por su género.
No, quizás ninguno de estos comportamientos te han generado impulsos violentos en contra de una mujer, al igual que jugar videojuegos o ver películas de acción no te afectó, o tomar unos tragos no te hace actuar como un delincuente; pero sabes que a otros sí y es momento de hacer incomodar a los que potencialmente ponen en riesgo a mujeres en lugar de estar incomodando a las mujeres en sí.