Después de la Segunda Guerra Mundial, los medios de comunicación masiva se convirtieron en los intermediarios de los mensajes entre los gobernantes y los ciudadanos. Sin embargo, con el surgimiento de las redes sociales, la información fluye de manera inmediata; incluso los propios gobernantes utilizan Twitter para dar a conocer sus propuestas de campaña y ordenar a sus subalternos.
La comunicación política en la era digital, eliminó a los intermediarios. Los grandes discursos ya no existen. Ahora se ha mediatizado la transmisión de ideas. En esta superabundancia de información, los medios tradicionales: televisión y prensa han perdido la batalla, porque no han comprendido cómo llegar a las grandes masas de jóvenes y adultos que dedican en promedio más de 4 horas a visitar las aplicaciones móviles, consumen fake news y reproducen los mensajes de manera inmediata. La comunicación política es un proceso circular, ya no vertical.
Además, la exposición en las redes sociales es muy pronunciada y eficaz; porque produce aliados, simpatizantes y fieles seguidores. Incluso si son noticias falsas o si envían promesas triviales. De acuerdo con el informe Freedom on the net 2019, publicado por Freedom House, –una organización no gubernamental con sede en Washington, promotora de la democracia y los derechos humanos–, encontró que no existe libertad informativa, los líderes y gobernantes están utilizando las redes sociales para atrapar a los ciudadanos, manipular las elecciones y construir un mundo paralelo, que también debe alarmarnos porque puede conducir al autoritarismo. Todo esto se produce por la distorsión informativa, por los mensajes de odio y polarización que se difunden para confundir a los ciudadanos y controlar a la opinión pública.
La televisión será un medio para transmitir ideas, discursos y posiciones ideológicas; pero ahora con los videos en la red, se difunden emociones como el odio, la tristeza, desesperanza, ilusión; entre otras. Las campañas políticas están plagadas de mensajes emotivos que motivan a transformar las ideas de los ciudadanos.
Por ello, es preciso alertar sobre este asunto. Las opiniones incendiarias, el uso de memes engañosos y en general una política de desinformación en muchos de los países latinoamericanos produce polarización, animadversión de los políticos y de las instituciones de gobierno; por lo cual se ha perdido la credibilidad de la prensa que servía como vigilante del poder. Con las noticias falsas es más complicado tomar una decisión, sobre todo cuando existe más entretenimiento que información en las redes sociales.
La reflexión es que la aldea global de McLuhan cambió y ahora no existe control sobre la información, los datos y todo lo que se publica en las plataformas digitales, ahí se difunde todo tipo de información que requiere marcos interpretativos mayores para entender lo que sucede en nuestro contexto. Seamos críticos de la información que recibimos.
José Luis Estrada