Entre abril de 1888 y febrero de 1891, la Policía Metropolitana de Londres identificó 11 homicidios ocurridos en El abismo, como popularmente se conocía a Whitechapel, un barrio en el municipio londinense de Tower Hamlets, en Inglaterra, Reino Unido.
Once homicidios en un barrio londinense, en menos de un año, era una cantidad abrumadora para una policía que se aburría en Whitechapel, que entonces se caracterizaba por riñas de borrachos, por líos de prostitutas, por niños enfermos…
Los asesinatos de las prostitutas trastocaron al modesto vecindario, compuesto por obreros, fregonas de piso, prostitutas, canillitas, es decir, la parte más baja de la sociedad londinense que, sin embargo, recibía centenares de visitantes que sólo llegaban a divertirse, con la cerveza y con las prostitutas.
Pese a que la cantidad de prostitutas asesinadas se redujo a cinco al encontrar las autoridades elementos en común atribuidos a Jack el Destripador —como denominó la prensa de la época al elusivo homicida—, la cadena de crímenes nunca fue resuelta y el asesino se ha vuelto legendario.
Para Hallie Rubenhold, autora del libro Las cinco mujeres. Las vidas olvidadas de las víctimas de Jack el Destripador, “la historia de Jack el Destripador es un buen filón. Es un cuento gótico de un monstruo suelto, que acecha en las oscuras calles de la neblinosa Londres. Contiene suspense y horror, así como un elemento de tensión sexual”.
Y señala: “Cuando más crece su perfil (de destripador), más parece desvanecerse el de sus víctimas”.
Ahora, un portavoz de la casa de subastas
Whitton & Laing anunció que se ofertó un archivo de casi 140 años de existencia que contiene una serie de documentos valiosos para los coleccionistas, como una copia de la carta “Dear Boss”, la escalofriante nota enviada por el asesino a la policía y firmada como Jack el Destripador, donde hizo referencia a ese nombre por vez primera.
El archivo perteneció al inspector Joseph Henry Helson, quien participó activamente en la investigación de los asesinatos. La suma de documentos estuvo en posesión del bisnieto del investigador, quien obtuvo, a través de la subasta, al menos 10 mil libras esterlinas.