Si miramos el acontecer cotidiano debemos voltear a observar lo que sucede en la ciudad de Guadalajara y su zona conurbada: cantidades enormes de motociclistas (principalmente repartidores) que son los dueños caprichosos de las calles, las banquetas y las ciclovías. No hay autoridad, ni motivo o razón alguna, argumento suficiente que pueda convencerlos de circular de manera que podamos decir que somos un país civilizado, al que faltan generaciones enteras de ciudadanos que con esfuerzo y esmero puedan decir: misión cumplida, hemos llegado a la meta: ¡primer mundo!
Si no, vea usted el catálogo de infracciones que vemos cada día de parte de quienes conducen raudos y veloces, muchas veces por arriba de la velocidad a la que circulan los autos, arriesgando su integridad física o su vida:
-Ningún semáforo los detiene (todas las luces rojas parecen ser verdes), daltonismo manifiesto con invitación a pasar el cruce de la calle o avenida en cuánto su instinto de corredores de velocidad crucero se los indique.
-Circulación en sentido contrario: cuántas veces les resulte beneficioso para no perder tiempo alguno.
-Camellones que son invitación a cruzar sin remilgo suficiente.
-Circulación por las banquetas, (incluso en sentido inverso a la vía, como si de peatones indefensos se tratara) y por las ciclovías (en especial la de avenida Guadalupe), que parecieran ser hechas para ellos y no para ciclistas.
-Y así infinidad de transgresiones (incluyendo circular sin casco de protección) a las normas de tránsito y movilidad (ley y reglamento) que no tienen sanción efectiva alguna; porque no hay autoridad alguna. La policía vial está en proceso de extinción y su interés pareciera ser otro.
Pero falta la joya de la corona: el carril exclusivo para motociclistas. Una verdadera plaga circulando en medio de los carriles destinados a la movilidad de vehículos automotores. En cualquier momento los espejos laterales de autos y camionetas pueden sufrir el embate de estos vehículos de dos ruedas. No digamos si usted intentara abrir la puerta en algún embotellamiento o para bajar acompañantes: se le estrellarán. Piensan ellos que la porción de espacio que queda libre, en medio de dos o más carriles de autos, camionetas y demás vehículos está expresamente destinado a que circulen con sus motos. Nadie les ha dicho lo contrario. Se incorporan a los carriles sin aviso previo, poniéndose todo el tiempo en peligro y arriesgando a los conductores de autos, porque cualquier incidente o accidente significará caer en las garras de la corrupción gubernamental “para definir su situación jurídica”.
De acuerdo a datos recientes (2022) la compra de motocicletas en México superó al número de vehículos. Ha sido tal la demanda de este tipo de medio de transporte en México que, por primera vez en la historia, las unidades vendidas superan a la comercialización de vehículos ligeros. El mercado de motos comercializadas registró alrededor de un millón 200 mil unidades, contra un aproximado de un millón de autos y camionetas nuevos.
Estas son noticias desalentadoras para todos (menos para los fabricantes de motos, claro) si seguimos viendo el permanente comportamiento de los conductores de estas máquinas rodantes: riesgos para ellos y los demás conductores. En el área metropolitana de Guadalajara, en meses del año pasado, las muertes de tripulantes y acompañantes llegaron a ser de una o más por semana. Si sacamos cuentas el total sería de entre cincuenta y sesenta defunciones terribles al año. Familias que pierden a sus seres queridos por no entender la importancia de conducir con seguridad y conforme a las reglas. ¿La autoridad? no me responda: de adorno.
José Luis Castellanos González
Correo electrónico: