Sociedad

Corrupción y libre mercado.

En mi colaboración de la semana anterior hice referencia a que nuestra sociedad y sus instituciones van de la mano en sus virtudes; pero también en sus yerros, omisiones e impunidad. El espejo de las instituciones es la misma sociedad que las crea. El espejo de la sociedad son sus propias instituciones. Una de mis lectoras me dirigió un resumen de la columna en un muy concentrado mensaje: “como es afuera es adentro”. Ah caray, tal capacidad de síntesis me dejó asombrado.

En esta ocasión quiero referirme a como son los parámetros de corrupción dentro del sector privado. Nada diferente a lo que vivimos fuera. Cualquier empresa que quiera participar en las licitaciones públicas (obras públicas, bienes o servicios) sabe que al final tiene que tener contactos con quienes realizan el procedimiento y lo más seguro es que tendrá que repartir moche (en sus diversos asegunes) para poder resultar ganadora en dicho concurso. Qué no decir de invitaciones restringidas o adjudicaciones directas. Las permite la ley, pero con requisitos bien reglamentados. Nunca se cumplen estos, o a lo mejor los maquillan.

Siempre tendrá el contrato con el gobierno, quien en la extensa red de intereses tenga más saliva, y por supuesto comerá más pinole. Los cuates, socios y familiares serán mayoritariamente la opción ganadora. Y lo vemos en un diminuto ayuntamiento (Zapopan hace años con las licitaciones fallidas de concesión de servicios públicos), pasando por entidades federativas (Jalisco con sus concesiones de “A toda máquina” y algunas otorgadas para prestar diversos servicios) hasta el gobierno federal con La estafa Maestra en el sexenio de Peña Nieto; y la estafa de SEGALMEX en el actual.

En nuestra cultura mexicana los amplios paradigmas sociales en vez de rechazar la corrupción la fomentan y la admiran: escuchamos con frecuencia la frase de “se puso listo, transó y no le hicieron nada”, o el rico que todos sabemos corrompido y corruptor, es llamado “Don”. Y desde luego si a esto sumamos una educación indolente y permisiva en la familia y unas instituciones educativas que no han funcionado para extirpar este flagelo, tenemos como resultado un conjunto de acciones indebidas (para decir lo menos) o ilegales extremadamente difíciles de erradicar del cuerpo social.

En diversos momentos el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado que las escaleras se barren de arriba hacia abajo, y que para extirpar este cáncer social habría que empezar por los de arriba: líderes partidistas, políticos, grandes y medianos empresarios y servidores públicos de primer nivel de los poderes, y los tres niveles de gobierno. Aún seguimos buscando donde quedaron la escoba y el recogedor.

Pero lo increíble es lo que ha pasado con la iniciativa privada. Los que siempre han exigido libertad económica (desde el surgimiento de la burguesía a finales del siglo XVIII), pasando por el liberalismo del siglo XIX, hasta el neoliberalismo del siglo XX, siempre han resultado favorecidos por su cercanía con gobiernos, presidentes y factores de poder. Han utilizado esa cercanía para obtener mayores ganancias y beneficiarse ellos y generaciones enteras de sus familias actuales y por venir. Sin embargo, entramos en una contradicción rampante del sistema capitalista: la competencia económica brilla por su ausencia y generan riquezas con preferencias y ventajas indebidas, la mayoría de las veces ilícitas.

El que alguien sea corruptor (casos conocidos: ODEBRECHT, HIGA, etc., etc.) porque corrompe a algún funcionario de gobierno, atenta además contra el libre mercado. El moche, la transa y la dadiva, como causa y producto de la oscura noche neoliberal que se vivió, y repartió riquezas y bienes públicos entre cuates y prestanombres.

El libre mercado no tiene forma de generar así una competencia sana y virtuosa; por el contrario: cualquier país terminará con oligarquías dominantes, con elites que expolian, sin regresar a la sociedad una parte de lo que reciben. Urge terminar y prevenir la corrupción. Si no siempre tendremos un mercado atado y maniatado a las componendas económicas de partes del empresariado que sacan ventajas ilegales en una libre competencia falsa y falaz. Capitalismo de estado: con cuates y cochupos.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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