Sociedad

Corrupción como destino.

Siempre se ha dicho que México es un país donde la corrupción campea. Y lo peor es que la aplicación de la ley para castigarla brilla por su ausencia y la impunidad por lo tanto se da a un nivel escalofriante. Con honrosas excepciones, en México se nos ha acostumbrado a ver la corrupción como una forma de dar rápida solución a trámites burocráticos y legales complejos y engorrosos (corrupción en pequeña escala).

En materia de encuestas y mediciones de índices o de parámetros de cuantificación de su existencia, nuestro país nunca sale bien posicionado: de media tabla para abajo, tirándole al sótano. Ni la sombra de los países nórdicos europeos (Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca) -ejemplo de rectitud y cumplimiento de normas legales y de convivencia-. Siempre me he preguntado cómo llegan a conclusiones tan profundas, sesudas, y según eso casi exactas, para saber qué tan permeada está en los distintos niveles de gobierno, poderes, y la misma sociedad.

El mexicano convive a diario con este monstruo de mil cabezas, como una forma de aliviar pesadas cargas que los legisladores, burócratas y las reglas -la mayoría de las veces insensatas e insensibles- de convivencia nos imponen. Pero siendo malpensado uno diría que su configuración se hace a veces (con excepciones contadas) para alentar lo que se pretende combatir. Entre más telarañas se agregan a la red normativa y legal (más tramitología, pues) más ahondamos en su extensión y efectos. Y más “listos y ventajosos” personajes encuentran la forma de sacar tajada con beneficios indebidos.

Los bajos sueldos (no remuneradores para nada) de la burocracia de menores niveles, y de la población en general, con una calidad de vida ínfima, con amplios sectores de la población empobrecidos (y aumentando) son el caldo de cultivo del cual mucha gente se beneficia con las acciones corruptoras de malos mexicanos, empezando por las áreas de seguridad y concluyendo con las de infinidad de trámites diversos, en donde al obviar un requisito a cambio de un cochupo, mordida, o coima, diseminamos este cáncer social en infinidad de partes del tejido social.

Pero si concluyéramos que la pobreza es el origen de la corrupción, ejemplos sobran para concluir de manera diferente: las clases medias y las altas participan alegremente de estas conductas: evasión fiscal, obtención de beneficios indebidos e ilegales a cambio del pago de cantidades económicas (lo que evidentemente es delito), fraudes en los negocios, en las relaciones civiles y mercantiles, tranzas al por mayor, pues. ¿Es este el destino que queremos y merecemos?

¿Llegaremos algún día a ser como los países nórdicos? No es que no exista corrupción en esos países (inherente siempre a las ambiciones humanas), sino que las medidas de prevención y castigo surten tal efecto social, que su expresión corruptora no incita a que se repitan esas conductas, al contrario: las inhiben. Si en México percibimos lo contrario: que no hay sanción por infracciones y delitos, entonces se verán como listos, inteligentes, o muy aventados (porque no pasa nada) a quienes lo hagan. Sí en vez de utilizar el repudio social para enfrentar estos comportamientos, los admiramos y justificamos. Si la moral sigue estando ausente de los actos cotidianos (con raras excepciones) entonces seguiremos reproduciendo los patrones antisociales, delictivos y (utilizando una expresión de moda) pandémicos –por expansivos y sin control-, que tanto dañan y perjudican nuestro desarrollo como país.

No debemos permitir que este flagelo siga extendiéndose. Hagamos conciencia en nuestra casa, familia y círculos de convivencia (laborales, sociales, económicos, deportivos, religiosos) de que si no ponemos nuestro grano de arena, nunca tendremos un país justo y con oportunidades para todos, porque siempre habrá quienes decidan infringir las normas y atropellar a otros, para superar por la vía rápida (que nunca será la del esfuerzo y el trabajo) a quienes estamos convencidos de hacer las cosas de la manera correcta, aunque con lentitud.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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