Al principio de la presente semana, se difundió la noticia de la desaparición del Obispo emérito de Chilpancingo, Dn. Salvador Rangel Mendoza, que luego fue encontrado en un hospital de Cuernavaca, Morelos.
Los primeros reportes dicen que estaba golpeado.
El Obispo, por su parte, dice que seguirá trabajando por la paz, dado que encabeza a un grupo de obispos, sacerdotes y laicos que se han propuesto dialogar con algunos jefes de narcos, con el fin de que sean ellos mismos, quienes dialoguen para establecer treguas temporales de paz, convencidos de que no es solución total, pero que es un paso para lograr la paz definitiva.
La gente, por su parte, lamenta el que ya ni a los obispos respetan, como el colmo de la descomposición social.
Quienes piensen que el hecho comentado, es el colmo de la vileza del crimen organizado, del todo no le atinan ya que los criminales son ciudadanos de nuestros pueblos, con una conciencia corrompida, un amor excedido al dinero y el poder, un desprecio a la dignidad humana, inadmisible, pero explicable porque se le ha dado demasiado valor al tener y el poder, a cualquier precio.
Hablando para ambientes cristianos ya hace tiempo que los estadios, los antros, los salones, están llenos de multitudes distraídas, que no se toman tiempo para el fomento de su vida cristiana.
El cultivo de lo espiritual lo manda al diablo y piensan con el valor de sus tarjetas de crédito que, les proporcionan el mundo turístico, como el jardín de su casa.
Y no es que sea malo el disfrutar del mundo, pero lo que no se vale es que, dejemos la comunidad cristiana donde se desarrolla la fe y se cultivan valores trascendentes.
Se nos nubla el mundo porque el Dios necesario, lo hemos hecho superfluo.
Se nos descompone la sociedad y queremos que todos los prójimos se hagan buenos con las leyes o con las amenazas de las cárceles o las citas con el Ministerio Público.
Poco arreglamos des descompuesto mundo cuando pensamos que lo importante es vestir bonito o bonita, para ser un estrella en el panorama urbano, no importando que nuestros atractivos no son arreglos ni mundiales ni cósmicos, ya que en la práctica pocos nos observan y a los pocos que nos dicen que somos fuera de serie, pues que le sigan, siquiera eso, a fin que no les creemos, sólo sabemos que así se dice, para no quedarse callado.
