Política

¿Por qué nos amaba tanto Don Porfirio Díaz?

  • Areópago
  • ¿Por qué nos amaba tanto Don Porfirio Díaz?
  • Jesús de la Torre T. Pbro.

El mes de septiembre se inicia con el tercer informe de Peña Nieto.

Además de este evento, septiembre se le nombra como mes de la Patria, sobre todo por la celebración del inicio de la Independencia que arranca, desde el 15 de septiembre, con el famoso grito de dolores, iniciado por Don Porfirio Díaz, no tan apreciado por muchos de ideología revolucionaria, pero recientemente hay un movimiento de revisión histórica, que le quita gran parte de lo feo a aquel lejano presidente, y se está promoviendo todo un movimiento para que sus restos que están en Paris, puedan ser regresado a México.

Recientemente se ha publicado que Peña Nieto es un admirador de Dn. Porfirio Díaz. No hay duda que Dn. Porfirio Díaz quería mucho a los mexicanos.

¿Qué rezones alegaba? Que nos la diga él mismo, según la versión de Francisco Bulnes en “El verdadero Díaz y la Revolución”: México 1921. Según memorias que el mismo Porfirio escribió.

Va el texto:“Los mexicanos están contentos con comer desordenadamente antojitos, levantarse tarde, ser empleados públicos con padrinos de influencia, asistir al trabajo sin puntualidad, enfermarse con frecuencia y obtener licencias con goce de sueldo, no faltar a las corridas de toros, divertirse sin cesar, tener decoración de las instituciones mejor que las instituciones sin decoración, casarse muy joven y tener hijos a pasto, gastar más de lo que ganan y endrogarse con los usureros para hacer posadas y fiestas onomásticas.

Los padres de familia que tienen muchos hijos son los más fieles servidores del gobierno por su miedo a la miseria; a eso es a lo que tienen miedo los mexicanos de las clases directivas: a la miseria, no a la opresión, no al servilismo, no a la tiranía; a la falta de pan, de casa y de vestido y, a la dura necesidad de no comer o sacrificar su pereza” (Texto de antología).

El citado Bulnes dice que Porfirio Díaz entendía que en México el problema de la paz “era un problema del hambre; el problema de la justicia una cuestión de mano de hierro; el problema de la libertad, una jaula con alpiste”.

Leído lo anterior, no cabe duda que Dn. Porfirio Díaz conocía la entraña del pueblo mexicano y que con estos conocimientos, tuvo suficiente margen para manipular a pueblos enteros, a gobernantes, y hasta el más humilde telegrafista.

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