Pues no sabíamos quién era Carlos Canto Salgado hasta que un video ampliamente publicitado en televisión, nos lo puso en la pantalla chicha, relacionado con los desaparecidos de Ayotzinapan de 2014.
Vinieron las reacciones por el salvajismo de la tortura, se ampliaron las acusaciones que en algunos casos dieron con quien no había sido negligente, pero luego nos dijeron que ese video ya hacía buen tiempo que se había publicado, pero se armó el escándalo, porque todo se nos olvida y además, pensamos que un aporte cultural de la cultura de la imagen, es no leer, o leer al menos que se pueda, para dejarle un espacio a los comerciales.
En el escenario nacional no es suficientemente conocida la Parroquia de Jesús Salvador, hasta que sucedió el hecho lamentabilísimo del asesinato del Diácono Leonardo Avendaño, que la Procuraduría de México, dice que tiene pruebas de que el Párroco local, quién celebró la Misa de Cuerpo Presente, fue el asesino. Mientras se averigua, el párroco está en la cárcel, donde ha recibido la visita de la Comisión Penitenciaria diocesana, con el saludo del Cardenal Carlos Anguiar Retes y los feligreses ganan las calles, apoyando a los abogados. Todos dicen que la averiguación está sesgada.
Pero tiene gran rentabilidad política el acusar a un sacerdote de asesino.
Si se esclareciera que es inocente, la tal procuraduría no sufriría menoscabo, pues diría sin culpa alguna, que hubo un aplicación irrestricta de la ley. ¿Y qué tal si se aplicara el quijotesco principio “con la Iglesia hemos topado, Sancho?
Lo que no dejamos de pensar es que vivimos en un país donde cantamos que la vida no vale nada.
Pero se llegan casos como los que comentamos, acudimos a la noble justicia y se la restregamos en la cara a los violadores, así se amparen en la ley, ya que es bien sabido que no por ser legal, se es justo.
Ya sabemos que vivimos momentos en los que socialmente se prefiere vivir la vida intensamente, en el placer, en los modos de adquirir fácilmente dinero, mediante el robo, el narcotráfico, el chayote, etc.
Pero aunque no dejan llamar la atención estas formas de vivir la vida, tampoco desaparecen de los ambientes sociales modos alternativos de vivir la vida, conforme al humanismo, a principios evangélicos, y aunque muchos no se pregunten por esto, simplemente vivir la vida en forma honesta, sincera, recta. Lo bueno es que para esto, se necesita ser reflexivos. Y eso todos podemos.