Participando en unos ejercicios espirituales en Casa Iñigo, un número no mayor de diez presbíteros diocesanos, que dirigió el jesuita Enrique Ponce de León, murió Alejandra, esposa del Arquitecto Otto Schott, gran amigo del caminar lagunero, en sus avatares históricos, tanto en el orden civil como en el orden religioso, con la fiel compañera Alejandra, quien caminaba junto con sus inquietudes y de las hijas de ambos, como compañeras de a bordo.
Por incontables motivos, vaya nuestra solidaridad con el Arquitecto Otto Schot, quien gusta celebrar su fe en las misas dominicales de Casa Iñigo, que preside Enrique Ponce de León.
El comentado jesuita abunda en sus pláticas la consideración de que tiene más de ochenta años, y más de cincuenta de sacerdote.
Sus reflexiones van unidas a observaciones de la evolución cultural del mundo actual.
Señala que Sn Ignacio de Loyola estructuró unos ejercicios espirituales con las preocupaciones del siglo XVI, pero el siglo XXI tiene mucha distancia cultural del siglo XVI, y que en nada se traiciona al espíritu ignaciano con ofrecer unas reflexiones evangélicas ligadas a los condicionamientos culturales del siglo XXI.
Del Papa Francisco no duda de su liderazgo pastoral, sin desconocer la grandeza intelectual de Papa Emérito, Benedicto XVI.
Hoy vivimos en una sociedad de miedo, nos propone meditar. Ponce de León.
El septiembre once del año 2001, con el derrumbe de las Torres Gemelas y otros edificios notables en los Estados Unidos, nos inyectaron un miedo mundial.
Los suicidios son manifestaciones del miedo de vivir. Coahuila lleva caminos del miedo, hace poco en una semana se dieron 14 suicidios.
Hoy como nunca, se acude a la ayuda de los psiquiatras, psicólogos, brujos y lo último es a personas de la Iglesia, en demanda de auxilio contra la psicología del miedo y se tiene la sensación de que no se le atina a la verdadera solución.
Jesús no es un brujo sino un campesino que con sus parábolas y demás enseñanzas, muestra un camino para la paz.
Él sí ofrece seguridad. En la región lagunera, así como hay algunas homilías dominicales largas, insustanciales, las hay que son referentes semanales para quienes participan como las de Enrique Ponce de León, que cada domingo hasta se congregan de lugares lejanos para escuchar unas palabras iluminadoras en esta sociedad, que lo que más quiere oír es lo que favorecen sus intereses, y cuando escuchan lo contrario a sus intereses, ellos tuercen a favor de los propios intereses, pues para eso tienen sus negocios.
Una verdad dice el predicador y otra la tiene el receptor.
