No soy siquiatra ni mucho menos, pero no hay que ser Freud para entender que a mi Donald Trump no le está subiendo agua el tinaco. Es un extraño y delirante licuado de Vicente Vox, Calderinflas Calderón, el loquillo de Zedillo, Kinky Téllez y Laura Zapata. Mientras se siente el rey del todo el mundo, tuitea fotos sintiéndose Papa y el hermano secreto de Darth Vader, luego suelta toda clase de amenazas mientras la economía de la Gran Disneylandia se va directito al infierno del neoliberalismo sin atributos.
Para concatenar más desatinos, el agente anaranjado le quiere imponer 100% de aranceles al cine extranjero, lo cual desataría en consecuencia tal cantidad de impuestos recíprocos a Hollywood que le va a echar a los rápidos y furiosos para que le baje tres rayirecíproca mafufadas.
Aún con el apoyo de la Loca Academia de Miramones prianistas, Trump se topó con pared cuando se le ocurrió la peregrina y muy ladina idea de meter soldados gringos en territorio mexicano. ¡Hijoesú! Ya casi quería, con el apoyo de Alazraki y Verástegui, montar una base militar en Caleta-Caletilla. Todo con unos argumentos más guangos y putrefactos que los que usó Zedillo para defender su sexenio del terror con Robaproa incluido, en una entrevista con el Krauze Jr. para Letras Friquis, digo libres. O sea, no se veía tan cerril narcisismo desde Calderón justificando su narcoguerra con todo y García Luna Productions. Digo, dejó un rastro de muerte, atraco y re re represión, y todavía el ex presichente se quiere vestir de héroe, con un parvada de apoyadores mediáticos que nomás me lo acaban de desprestigiar. Cómo estará la cosa que la pelea del Canelo fue más divertida que Zedillo echándose loas como si no hubiera construido el Horror de diciembre, ahorcando a los mexicanos, palomeado los crímenes de Aguas blancas y Acteal, además de guamear a la democracia con un montaje de transición que le debe envidiar Loret Lord Montajes.
Desde el Palomar, la ultraderecha salvajemente zedillista se hunde más que Sandra Baticuevas haciéndose la desaparecida.
Esta decadencia de la derechairiza no debe servir para que la izquierda se duerma en sus laureles. En Morena ya cerraron filas con la presidenta Claudia Sheinbaum. Ahora hay que quitar el letrero de “Se recibe cascajo”.
Y dejar que Trump, que ahora alega que Claudia tiene miedo de enfrentar a los carteles, siga siendo como el sapo que salta y se ensarta. Por favor, que Donald primero enfrente a los carteles gringos.
