Tristemente sus enemigos políticos, que casi ni tiene, se aprovecharon de la nobleza de Javier Lozano para lincharlo en las redes sociales, justo cuando andaba celebrando su llegada al pináculo de la vocería de la Coparmex como punta de lanza del empresariado para darle sus merecidas lecciones a la cuarta transformeichon. Todo desde su muy particular estilo siempre lleno de buenos sentimientos, tolerancia y espíritu propositivo que lo han convertido en el político más querido de México. Pero 10 horas después de presentarlo como si fuera el Chicharito de los ultraderechosos empresariales, a través de un comunicado escrito en algo remotamente parecido al español, la Coparmex me lo mandó a freír espárragos porque no era de la estatura de su vida y porque el verdadero vocero es y seguirá siendo don Tavito de Hoyos que ya sentía que en cualquier momento el buen Lozano le iba a dar golpe de Estado al ritmo de Copelas o cuello. Si corrió a 40 mil trabajadores electricistas echándoles prácticamente a los perros, y sintiéndose el muy muy, capaz que el Javi le aplicaba la de Zhenli Ye Gon.
Bueno, quizá también haya influido en la decisión del corporativo cuando se dieron cuenta de que a pesar de la naturaleza sabia, incluyente y morigerada de Lozano, un licenciado de la Libre de Ultraderecha que en su vida ha tenido un exabrupto, ni siquiera cuando le manda su recua de bots y jeiters a quienes osan contradecirlo (cada vez que nos peleamos me caen a mi cuenta de Twitter los trolls más gachos de la comarca, incluso peores que los de Chumel y Derbez juntos, apenas comparables con los del Tumbaburros que son más corrientes que hacer pipí en el chapoteadero), no lo quieren ni los del Yunque. A lo mejor lo ven muy extremista.
De cualquier manera, no se vale que me lo hayan dejado vestido y alborotado, cargando en el lomo las felicitaciones de personajes entrañables como Jelipillo CaldeRón que hasta destapó las caguamas, Gil Zuarth que tiene grandes habilidades para saltar de los barcos cuando se están hundiendo, el ChikiliQuadri cuyas albricias acabaron por desprestigiarlo, Pedro Ferriz profesional del ridículo, o Netito Cordero cuya grisura no tiene límites.
Pobre Lozano, después de acusar a Gustavo de Hoyos de blando, debe de estar cantando aquello “Ese outsoursing, que no me deja verte, debe caer, en nombre de la Coparmex”.
La chamuscada pasa, pero el pinchi oso polar no se lo quita nadie.
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