Adrián de la Garza, el fino candidato del PRIcámbrico temprano para gobernar Nuevo León, al sentirse perseguido político de la dictadura podía haber reaccionado de muchas maneras y eligió la peor. De por sí ya ir a la OEA (organismo dedicado al culto satánico de los intereses de Washington, la CIA y varios más) te desprestigia en automático, pero se multiplica más aún por la manera poco viril y en plan de chisme caliente que mata a la gente con la que mi Adry se la bañó al ir a acusar de acoso electoral a la Cuarta transformeichon, condenándose así a siete años sin orgasmo.
Y si eso no fuera suficientemente temerario, el señor De la Garza todavía va y se toma una foto con Luis Almagro (conocido por haberle dado el lilitellazo a Pepe Mujica) que es todavía más pernicioso para una reputación que aparecer en el Only Fans de Andrés Roemer.
Además, ese Almagro, a pesar del apoyo del muy decadente Vargas Llosa que es el MummRa alfa, ya perdió el fua. Si con Trump no consiguió una intervención yanqui en Venezuela y el golpe de estado en Bolivia se le revirtió, pues ahora con Biden cuando mucho va a conseguir que la embajada gringa le aviente otro mendrugo de moneda a Va por México.
De veras, qué se me hace que De la Garza fue asesorado por su mejor peor enemigo, su denunciante número uno, Sammy García, quien seguro le sugirió que fuera a chillar a la OEA mientras él se quedaba a defender el fuerte cada vez menos fuerte de su candidatura interpretando a la fea más bella. O fue coucheado por Markitititititititititititititito Cortés que es más aguado que Guaidó y que ahora está pariendo chayotes agarrando a Chole de la mano porque el gobierno gringo mandó información que echa de cabeza a Cabeza de Buey, pues sus recursos parecen más chuecos que los de Robero Deschamps.
O sea, si lo que quería don Adrián era justificar sus chanchullos electorales y sus relaciones peligrosas con los malos de Malolandia, pues mejor hubiera recurrido a verdaderos profesionales como Tomás Sembrón y Batiburrillo Karam que le hubieran hecho una veldá histérica a domicilio y a la medida.
Esto solo puede compararse con las declaraciones de Ciro Murayamasamí, árbitro de la ConcacafINE que, según él, las tarjetas Monex de Adrián de la Garza no son ilegales porque son mera propaganda y no traen lana, aunque prometan dinero a cambio del voto. Un demócrata almagrista nada leninista. Los mapaches aprueban la moción.
Jairo Calixto Albarrán