Cualquier día del año, sin que importe la hora, podemos recibir una llamada telefónica que desequilibre primero la estabilidad emocional y luego la economía de una familia o de los propietarios de algún negocio en Puebla. El fenómeno no es nuevo, pero sí es alarmante el repunte de víctimas de un delito, la extorsión, para el que nadie, ni las autoridades, parece estar preparado.
Durante los primeros siete meses de 2025 en el estado prácticamente se han duplicado los casos con respecto de 2024, según las cifras más recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
El incremento de la extorsión en Puebla no es un mero dato estadístico: refleja una problemática social y fallos estructurales que afectan a miles de personas y que exige respuestas contundentes y efectivas. Los datos muestran que después de una leve reducción entre 2020 y 2022, la cifra de extorsiones se mantuvo estable en 2023 y 2024 con 77 casos en cada año, para luego dispararse en 2025 hasta 154 en los primeros siete meses.
Se tenía una tendencia a la baja de la extorsión en Puebla: de los 96 casos de 2020 se pasó a 76 en 2021 y a 72 en 2022, pero algo pasó para que esa tendencia no sólo se frenara sino que aumentaran las víctimas. Aunque el delito afecta a todos los sectores de edad, la persistencia y crecimiento en personas adultas indica una complejidad que va más allá de un problema de jóvenes o grupos específicos.
Esto no debe tomarse a la ligera. La extorsión implica no solo daño económico, sino también un impacto profundo en la seguridad y la tranquilidad de las familias poblanas. El crecimiento de este delito evidencia fallas en las estrategias de prevención y combate implementadas hasta ahora por las autoridades federales, estatales y municipales.
Es urgente que los tres niveles de gobierno redoblen esfuerzos para fortalecer la denuncia, proteger a las víctimas y desarticular las redes criminales que operan en la región. También es indispensable impulsar campañas educativas que alerten sobre las modalidades de extorsión y fomenten la solidaridad y cooperación comunitaria.
No podemos permitir que la extorsión se normalice o crezca impune, como ya pasó con los homicidios. Urge que este delito se persiga de oficio en todo el país, sin necesidad de que el ciudadano denuncie. Urge abandonar la narrativa que lo hace ver como un problema exclusivo de la federación, que surge desde las cárceles y aceptar que fuera de los penales hay bandas dedicadas a extorsionar.
Al Margen
Uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, se declarará culpable el 25 de agosto en Nueva York. Después de eso y de que empiece a colaborar con el gobierno de Estados Unidos, que nadie se diga sorprendido si las aguas comienzan a moverse en Puebla, uno de los estados en donde los huachicoleros siguen en lo suyo… y de eso vaya que sabe el histórico líder del narcotráfico.