Hace casi 90 años, en 1936, apenas unos meses antes de ser asesinado, Federico García Lorca escribió La casa de Bernarda Alba, considerada por los expertos como su obra maestra.
Dada la situación que se vivía en aquel entonces en España (los inicios de la dictadura franquista) la obra no pudo presentarse ni publicarse en ese país, y se estrenó hasta 1945 en Buenos Aires, con Margarita Xirgu al frente, en un montaje que, por cierto, llegó a México.
Desde aquel entonces esta obra ha sido llevada a escena infinidad de veces y en los más diversos montajes; desde los absolutamente tradicionales, hasta los más vanguardistas y propositivos, con múltiples experimentaciones.
Hace 28 años una de esas “experimentaciones” se estrenó en México, en un concepto creado y desarrollado totalmente en nuestro país. Se trata de La casa de Bernarda Alba, el musical, q ue hace algunos meses volvió a la cartelera y el próximo miércoles tiene su última función del año, para tomarse unas vacaciones y reanudar en febrero próximo.
Dos son las “singularidades” principales de esta adaptación. La primera ya la he dicho: se trata de un musical; y la segunda es que todos los personajes son interpretados por hombres.
La idea original para esta versión fue de Fred Roldán --quien si no me equivocó en la temporada de estreno, que vi en el foro Roldán-Sandoval, daba vida a Martirio (¿o era Adela?)—y fue el maestro Alexandro Celia quien la desarrolló.
Qué en el teatro los personajes femeninos sean actuados por hombres no es ninguna novedad; se usó así durante siglos, desde la antigua Grecia hasta bien avanzado el Renacimiento; y que un texto hablado se convierta en musical, tampoco es extraño, ejemplos sobran.
Baste mencionar como botones de muestra de lo primero el montaje que de esta misma obra hizo el grupo español La encina Teatro; y de lo segundo la ópera escrita por el alemán Aribert Reimann. Por cierto ambas puestas en escena estrenadas hace menos de una década.
En el arte, como todos sabemos, no sólo importa el qué se cuenta, sino también cómo se cuenta. Cada resultado es único, y La casa de Bernarda Alba, el musical ¡vaya que lo es!
El alma de esta propuesta es sin duda el maestro Alexandro Celia, quien escribió el libreto (obviamente a partir del texto de García Lorca), así como las canciones y la música, es también el director de escena y desde el estreno ha hecho el personaje de Porcia.
Lo primero que me llamó la atención fue la advertencia, luego de confirmar que iría a la función: “Llega temprano porque los boletos se agotan”.
He de confesar que lo dudé. Una obra escrita hace casi un siglo cuya trama se ubica en un tiempo y un espacio lejanos a nosotros, y esto y aquello… En fin. Llegue temprano, y oh, sorpresa: media hora antes de la función el vestíbulo del teatro Wilberto Cantón estaba ya atestado con espectadores variopintos en edad, procedencia, vestimentas…
El montaje es enteramente otro, aquel estaba ajustado al pequeño escenario del Foro Roldán-Sandoval, y aquí todo se ha expandido gracias al espacio mucho más amplio. Ahora bien, eso es sólo la envoltura, pues la propuesta escénica ha crecido al interior de manera sorprendente.
Alexandro Celia ha hecho un excelente trabajo de adaptación, pues se mantiene la espina dorsal de la historia, al tiempo que se insertan las canciones y los bailes. Para lograrlo se apoya en un equipo creativo más que solvente: César Vega (arreglos musicales); Laura Barrales (coreografía); Javier Scarpatti (dirección musical); Salvador Núñez (escenografía); Ray Sánchez y Rafael Villegas (vestuario); y Jael Ramírez y Sergio García (iluminación) y a estos últimos hay que sumar a Lupita Sandoval y a su hijo Mauricio Roldán, quienes también fungen respectivamente como productora asociada y productor.
El montaje está lleno de fuerza, de energía, de entusiasmo, mismos que rompen la cuarta pared y atrapan al público. Es sorprendente ver la reacción de los espectadores, que siguen con atención cada diálogo, cada movimiento, cada gesto. Y la ovación final es prueba contundente del impacto logrado.
Obviamente todo está puesto al servicio de un elenco igualmente energético, talentoso y entregado. Del reparto original siguen en este montaje el ya mencionado Alexandro Celia y Jaime Rojas, quien ahora como entonces hace el personaje de Bernarda.
Mauricio Roldán hereda de su padre el papel de Adela (¿o era Martirio?). Las otras hermanas tienen actores alternantes. Me tocó ver a David Tort, Hermes Ángeles, Dietrich Martens y Mike Copca. Todos excelentes. Y comparten personajes con Poloy Brown, Carlos Rodea, Jules Montejano y Gerard D’Sales.
Hace cerca de 90 años Federico García Lorca escribió La casa de Bernarda Alba, una pintura descarnada de la España profunda y prejuiciosa de principios de siglo XX. Desde entonces la obra ha tenido vida propia y ha recorrido caminos muy singulares. Esta versión musical es uno muy, MUY afortunado.