Espectáculos

El niño salvaje

Intentar saber cuántos niños viven en situación de calle en nuestro país es materialmente imposible. He aquí dos ejemplos de ello:

Datos de World Vision México rebelan que de los 100 millones de niños con vínculos familiares rotos y violentos en el mundo, 40 millones viven en

América Latina, y de ellos 5.2 millones viven en México. El organismo afirma que “son de la calle”.

En 2017, de acuerdo a información de la secretaría de Desarrollo social, en la capital mexicana existía el registro de “sólo” 207 menores de edad (de cero a 17 años) que vivían en las calles.

Entre 5 millones y unos cuantos centenares hay un mundo de diferencia. Eso no importa; así fuera un solo niño, a todos debiera indignarnos en extremo esta situación. ¿Por qué no sucede así?

Una posible respuesta la ofrece la puesta en escena El niño salvaje, obra de la joven dramaturga belga Celine Delbecq, en la que realiza una crítica profunda e implacable al abandono de las infancias desde todas las estructuras del sistema. Este montaje muestra la indiferencia, la crueldad y la objetualización de muchos niños, que nacen abandonados y olvidados desde la primera institución de la cual el sistema se jacta: "la familia patriarcal”.

Después de la familia, el sistema profundiza y agudiza, la crueldad y el olvido.

Sin embargo, este proceso está ordenado, conducido, elaborado bajo una narrativa que juega a atender a estos niños, cuando en realidad, los cosifica, los estigmatiza y los ignora. La estructura social pasa por encima de las personas; sobre todo, de las infancias, que son una población sin voz, ni espacio en el mundo.

En esta obra vemos cómo un hombre cualquiera se encuentra con “un niño salvaje”. A partir de ese momento su vida se fractura pues encuentra a una niña abandonada, maltratada y sola. Un profundo cariño crece entre ambos y con el cariño, la impotencia.

Desde la dirección escénica, el concepto de lo salvaje se plantea desde dos perspectivas: por un lado, El niño salvaje es la forma en que el sistema señala a quien está fuera de los órdenes sociales. Por otro lado, el impulso más natural, más salvaje, más intuitivo de la especie para salvar a sus pares.

Esta historia está contada desde la perspectiva del género masculino, porque como él mismo lo dice “ella nunca está en el centro de su historia”. Ella nace y crece en un contexto que la invisibiliza, la ignora y la estigmatiza, siempre.

No habla porque no vale la pena hacerlo, desde siempre ha sido y será ignorada. El cuerpo de la niña, su comportamiento, sus expresiones no están organizadas desde aquello que sería adecuado para su edad, ella se organiza desde la sobrevivencia, en todos los niveles, físico, emocional y social.

La directora de escena es Marcela Castillo, quien explica: “este es un texto muy triste y doloroso, pero creemos que también es esperanzador, la existencia de este hombre cualquiera, que se detiene ante la indefensión de la niña y decide cuidarla, es una esperanza. Hubo alguien que fue capaz de mirarla. El hombre y la niña, establecen un vínculo y generan una relación de cariño y crianza, porque ella responde a los cuidados de él. Creemos que el planteamiento del vínculo es un signo de esperanza”.

Esta historia existe, en muchas formas en el mundo. El niño salvaje representa los niños que viven en las calles, que son prostituidos, que migran, que mueren de hambre, que son explotados, que son violentados. Y también existen los hombres y mujeres comunes que lanzan comida a un tren lleno de migrantes, que recogen niños de la calle y los cuidan, que luchan por poner la vida de las infancias, por encima de la estructura. Siguen ese impulso salvaje de bondad y confrontan al sistema, lo fisuran. Así pues, la obra toca esos dos polos: el dolor y la esperanza. El amor y la soledad. El poder del sistema y el poder de los individuos y sus vínculos.

Completan el equipo creativo Nadxeli Yrízar Carrillo y Humberto Pérez Mortera, el diseño de vestuario es de Jerildy Bosch, el diseño de escenografía e iluminación son de Mauricio Ascencio, la música original y producción musical corre a cargo de Aldo Max; y la producción es de Alethia Andrade.

Todos ellos han creado una puesta en escena maravillosa en la que brillan, de verdad en grande Marco Vidal y Meraqui Pradis, para quienes el calificativo excelentes, se queda corto.

El niño salvaje se presenta hasta el 27 de julio de viernes a domingo en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.


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Hugo Hernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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