El poema “Mercadería oceánica”, escrito en 1930, por el poeta ecuatoriano Jorge Carrera Andrade, hace una alianza armoniosa entre el mar y los espejos. Crea un fantástico dibujo compuesto de versos. Acaba con un homenaje a los grumetes -aprendices de marinos- muertos en los océanos.
Además, el texto nos lleva a introducirnos en el espejo que por ser tan cotidiano no razonamos en su creación o en el valor que tiene en nuestra vida.
Antes de meternos en él, veamos el género lírico: “La lírica o lírico es uno de los géneros literarios más antiguos, cuya expresión es el poema. Tenía música con lira y canto, de ahí su nombre. Transmite sentimientos, sensaciones y juicios a través de su lenguaje metafórico.” Con estos datos, disfrutemos el poema:
Mercadería Oceánica
He aquí el mar vendedor de espejos.
En sus planos de luz se enredan
las cosas del mar y del cielo.
-Cuadrado, de líneas claras.
Le cortaron los peces espadas.
Mire, mire este espejo redondo.
Eleva su luna líquida
de la floresta de los pólipos.
Haz de pestañas lechosas
rompe en el fondo del mar.
-Es el pulpo que enciende su lámpara monja.
-Mire, mire este espejo negro.
Lo empañaron las algas y las nubes,
que son las algas del cielo.
-Estrellado, de trece puntas.
Lo surcaron el pez aviador
y el paracaídas de la medusa.
-Mire, mire este espejo raro.
En él los corales marinos
se pintaron los labios.
-Ninguno quiero,
sino el que guarda el retrato
del grumete muerto.
Expliquemos dos versos, uno: “la floresta de los pólipos.” Aquí se refiere a una colonia de medusas o anémonas. Y no a los “pólipos”, aumentos de tejido cancerosos o benignos.
Dos: “lámpara monja.” Alude a la lámpara votiva (flama perpetua) de la iglesia Santa María la Mayor en Asís, Italia, que simboliza unidad y espiritualidad franciscana.
Vayamos a la creación de los espejos: En física el espejo funciona con la ley de la reflexión: “Cuando la luz incide en un espejo, se refleja en la superficie con un ángulo igual al ángulo con el que llegó. Los espejos planos reflejan la luz y producen imágenes del mismo tamaño que el objeto reflejado.”
En química se fabrica un espejo con “Nitrato puro de plata, agua con 26 por ciento de amoniaco, sales de rochelle y agua destilada. Se aplica una capa delgada de material reflejante en la superficie del vidrio, así reflejará la luz hasta el punto de proyectar los rasgos físicos detallados en la luz original.”
Ahora imaginamos a los iniciales humanos viendo por primera vez el reflejo de sí mismos, tal vez en el agua, en alguna pared con metal o en algún mineral como: la obsidiana, magnetita, hematita, ilmenita o pirita, seguro fue tan impactante que de inmediato les debió llamar la atención.
El reflejo les movió tanto que con los años decidieron verse mejor: “Las primeras superficies reflejantes fueron de obsidiana pulida, se hallaron en Turquía con una datación de alrededor del 6,000 a. C.”
Asimismo, en el antiguo Egipto y Mesopotamia por los años 3,000 a. C. ya se usaban piezas pulidas de bronce y cobre, todas redondeadas.
Luego se utilizó el vidrio y la plata: “Estos espejos de cristal se refinaron en Venecia, y rápido fueron piezas lujosas en los palacios.”
Hasta que aparece en 1835 el padre de los espejos modernos, el químico Justus von Liebig, quien perfeccionó la técnica con su proceso para: “Platear, indicó que los aldehídos reducen las sales de plata a plata metálica, así desarrolló espejos sin imperfecciones, después añadió cobre al nitrato de plata amoniacado.”
Terminemos nuestro análisis señalando que el espejo donde nos vemos como deseamos diariamente, también lo asociamos a lo sobrenatural, la magia, al enlace con otros planos de existencia, se nos dijo, “si rompes un espejo tendrás siete años de mala suerte” o que te roba el alma, está en la despersonalización, el trastorno dismórfico corporal, la autoscopia, la anorexia, en general, en alguna desconexión con la realidad. El miedo a los espejos se llama eisoptrofia.