Política

Las dos cofradías

Las administraciones de Sheinbaum y Trump -sí esa que inicia en 100 horas- tienen una serie de escollos tremendos para lograr conciliar sus contratantes posturas ideológicas, pero ninguno es tan grande como los equipos que rodean a ambos mandatarios.

Claudia Sheinbaum no es la heredera sino la ejecutora de un plan de gobierno no de un hombre sino de un grupo. Andrés Manuel López Obrador fue el gran impulsor de un grupo político que, desde décadas atrás, ha visto el futuro del país de una manera distinta a lo que era hasta 2018.

El cambio no ha sido cosmético pero sí lampeduziano, la corrupción aún existe, los problemas estructurales no se han solucionado y la alerta hacia graves problemas de seguridad, salud y educación no se han reducido en los seis años y casi tres meses de este régimen. No obstante, el significante cambio en el reparto de dinero público y la muy aceitada movilización territorial y la propaganda oficial han ayudado a la instauración de una forma de gobierno muy popular y, a la vez, poco eficiente.

En el lado norteamericano, Trump vive su propia primavera en pleno invierno. Ganador del voto popular y el voto de colegio electoral, el empresario convertido en estrella de televisión convertido en político logró un regreso impactante a la escena de Washington. No solo sometió al partido que lo nominó -cuando una cantidad considerable de republicanos lo había despreciado, casi desahuciado- sino a la clase empresarial y mediática, incluyendo a los barones tradicionales de los medios y los nuevos magnates de las redes sociales.

Cierto, Biden logró más que Trump en sus cuatro años de gobierno, pero una mala propaganda y un mediocre manejo de crisis internacionales y la inflación lo dejó disminuido. De nueva cuenta, la propaganda ayudó más al que llega que al que se va.

En ambos grupos, cada gobierno tiene una serie de personajes que ven el mundo desde una óptica poco conciliadora y demasiado lejana, casi imposible de encontrar puntos de coincidencia.

En México, la presidenta debe cargar con los ultras que desearían menos planes México y más endurecimiento en la política exterior. Ahí, los escribanos de La Jornada -con todo y moneros-, Taibo II y los radicales del SPR -comandados, obvio, por Ramírez Cuevas- insisten en presionar a Sheinbaum a no traicionar la ruta que pensaron lustros atrás. Curioso, en esas peticiones no está perder uno solo de los privilegios que han ganado para ellos.

Del otro lado, en la antípoda están Marco Rubio, Hogan y Bannon. Ellos están acompañados de ese secretario de defensa sacado del sillón matutino de Fox News y la nueva fiscal, un halcón de Trump que no piensa en ninguna salida suave para los problemas que México ha dejado crecer ya sea por omisión o complicidad: una migración escandalosa desde Sudamérica, el crecimiento del tráfico de fentanilo y el encubrimiento de mercancía china vista desde la perspectiva mexicana.

Esos dos grupos se enfrentarán desde el lunes. Trump y Sheinbaum deberán lidiar con ellos desde ahora y para adelante, de forma interna y externa.

El reto parece insalvable, igual que el conflicto.

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Gonzalo Oliveros
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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