Tras el anuncio por parte del gobierno estatal de que la entidad pasaría a semáforo epidemiológico de color verde, aunado a que la Secretaría de Educación Pública estima que a partir de noviembre las clases serán de manera presencial al 100 por ciento; se han hecho escuchar voces de inconformidad de padres de familia que no quieren aún mandar a sus hijos al colegio. De hecho, el Comité Regional Toluca de la Unión Nacional de Padres de Familia ha pedido de que el regreso a clases presencial en el Estado de México siga siendo de manera escalonada y voluntaria, aunque el semáforo ya esté en verde. Pese a que se ha dado a conocer que no se presentó ningún repunte de la enfermedad con el retorno escalonado que actualmente se está desarrollando, al parecer aún hay varios motivos para que los padres de familia no se sienten convencidos de mandar de vuelta a sus hijos a las aulas.
Pero ¿cuál será la verdadera causa de su resistencia? Por un lado están aquellos que aseguran que su preocupación se debe a que sienten que el gobierno federal y las administraciones estatales no han preparado de forma adecuada un retorno seguro. Aseguran que no enviarán a sus hijos al colegio hasta que ya estén vacunados. Esto podría ser el reflejo de que las autoridades no han generado la confianza necesaria de que las escuelas son espacios seguros.
Sin embargo, siendo honestos, también están aquellos padres a los que les ha resultado “demasiado cómodo” el que sus hijos tomen clases en casa. No tener que perder tiempo en llevar a los niños a la escuela, ni gastar en transporte y evitar el ajetreo que significa tratar de llegar a tiempo en el tráfico. Niños que se levantan 5 minutos antes de que inicie la clase, que desayunan mientras la maestra explica y que muchas veces se pasan todo el día en pijama. Muchos se acostumbraron demasiado rápido a lo cómodo que eso representa.
Y aunque la percepción sobre las clases a distancia sigue indicando que un 75 por ciento de los padres considera que sus niños no están aprendiendo igual que cuando asistían a clases, y que incluso esto ha empeorado aún más puesto que los y las maestras ahora tienen que dividir su atención entre los que asisten y los que educan a distancia; ni así parecen los padres convencerse de la necesidad de regresar a la normalidad.
Lo que es un hecho, es que nuestros niños necesitan regresar a clases. Nada puede remplazar la convivencia entre sus pares y la educación presencial. Pero las autoridades deberían procurar generar espacios seguros, escuelas bien organizadas y con los recursos suficientes para garantizar los insumos básicos de limpieza. Y los padres de familia poner de su parte para que no sea “la costumbre a la comodidad” lo que les impida llevar a los niños a la escuela. O a ti ¿qué te dice el espejo?
Gina Serrano