No cabe duda de que actualmente gozamos con un sinnúmero de opciones sobre lo que podemos ver, leer y creer. Se cuenta con un amplio abanico de medios de comunicación, entre canales de televisión, estaciones de radio y prensa; en donde diferentes voces se hacen escuchar. A esto hay que sumarle el internet, que junto con las redes sociales, han venido a democratizar el acceso a la información convirtiéndonos en una sociedad mejor informada, más crítica y con diferentes puntos de vista.
Y es que ahora, no tenemos todos porqué “casarnos” con lo que dice un único medio de comunicación. Ya no existe el “Comunicador Todopoderoso” cuya palabra es ley. Y hemos sido testigos del caer de muchos que se creyeron intocables y cuya credibilidad quedó en entredicho. Actualmente, entre la variedad de voces que existen, seguimos a el - o a los- comunicadores que comulgan con nuestra forma de pensar, con los que hacemos click.
Y hacer ese “click” con la audiencia, es responsabilidad de cada periodista. El compartir información no confirmada e inclusive “a todas luces” falsa, tarde o temprano acabará con nuestra credibilidad y prestigio. Y al haber tantas voces diferentes en la actualidad (incluyendo la del ciudadano de a pie que se hace escuchar en redes sociales), debemos de acostumbrarnos a que nuestros comentarios o puntos de vista no van a cuadrar necesariamente con el pensar de toda la audiencia. Inclusive habrá quien nos lleve la contraria, quien nos contradiga e incluso demuestre que estamos en un error. Como decía la ex canciller alemana Ángela Merkel: “si das tú opinión, debes asumir el hecho de que te pueden llevar la contraria. Expresar una opinión tiene sus costos”.
Esa es la magia de la libertad de expresión en una sociedad democrática, en donde todos puedan opinar, escribir y hablar con libertad. Esperemos nunca regresen aquellos tiempos en los que una comunicadora perdía su trabajo al afirmar que el presidente en turno tenía problemas con la bebida. Pero así como opinamos, tenemos que estar conscientes de que habrá quien no coincida con nosotros, quien piense diferente e incluso que nos desmienta. Y que si tenemos la libertad de expresarnos sobre alguien, ese alguien también tiene la misma libertad de defenderse. La libertad es un camino de ida y vuelta.
Ya depende de cada periodista, si quiere atraer lectores/audiencia a base de mentiras o información sesgada o a base de veracidad y ética profesional. Así que quien quiera opinar, que lo haga de forma responsable. Y si estás por lanzar veneno, considera que seguramente obtendrás veneno de regreso. Pero el que se lleva, se aguanta. O a ti, ¿qué te dice el espejo?
Gina Serrano
@gina_serrano