Muy cerca estamos de que arranquen formalmente las campañas políticas en nuestro país rumbo a las que serán sin duda una de las elecciones más grandes de nuestra historia. Estarán en juego 15 gubernaturas y más de 21 mil puestos de elección popular; lo que en teoría debería de significar toda una fiesta cívica en la que como ciudadanos deberíamos estar ansiosos por participar. Sin embargo, para muchos será más bien “el hartazgo” lo que predomine en su sentir.
Y es que en los últimos tiempos hemos sido testigos de una acalorada guerra verbal entre quienes aprueban y quienes rechazan la administración de la llamada 4T. Dicha guerra lo único que ha generado es que, quien no es partidario de ninguno de los dos bandos, no se sientan representado; porque sin duda quien ya tiene una idea firme sobre sus preferencias, difícilmente cambiará de opinión. Quizás por ello con todo y esos ataques, poco ha variado la popularidad del Presidente.
Y en plena pandemia el odio estará de nuevo presente y parecería que este será más contagioso que el Covid. Seguramente seremos testigos de grupos antagónicos que, lejos de propuestas, utilizan las descalificaciones, el señalamiento y las verdades a medias como sus únicas armas. De igual manera seremos testigos de ataques de un lado y del otro. La difamación estará presente y buscarán utilizar al miedo como herramienta para lograr adeptos.
Pero no dejemos que su odio nos contagie, que nos afecte. Es el odio el que no te permite ser objetivo, pues todo lo ves desde el lado negativo aunque no tengas argumentos reales para criticar. Como ciudadanos nuestro papel debería ser no engancharnos en esa guerra sucia en la que se comparte todo tipo de información falsa, en la que familias se dividen por pensar diferente. Nuestro papel deberá ser buscar información confiable sobre los candidatos, considerando sus propuestas y experiencia y respetando a quienes piensen diferente a nosotros.
El odio estará presente, no cabe duda. Solo recordemos que odiar a alguien es como tomar veneno esperando que el otro enferme.
O a ti ¿qué te dice el espejo?
