No sé si a ustedes les pase lo mismo, pero ¿no les parece molesto eso de celebrar por cumplir años? ¿pero a quién se le ocurrió la idea de tener que festejarlo? Y no solo lo digo por el par de años tan caóticos que a causa de la pandemia hemos tenido; los cuales para ser justos, no nos deberían “contar”. ¿Cómo contar unos años vividos a medias y con la mitad de la cara tapada todo el día? Aunque, dicho sea de paso, a más de uno le convino eso de taparse la cara (pero ese es otro tema).
Y es que festejar el cumpleaños da pretexto para que te pregunten cuántos cumples, lo que es una chocantería. Cuando eres pequeño piensas que cumplir años está bien. Es divertido, recibes regalos, juegas con tus amigos en las fiestas que se organizan y te hace ilusión cuando te preguntan eso de "¿Cuántos añitos cumples?" Con orgullo enseñas cuatro dedos y respondes: "cumpo cuato", no ves nada malo en ello. Pero para nuestra desgracia esto no dura toda la vida.
Cumplir años deja de ser agradable cuando te das cuenta de que ya no caben las velas en el pastel, y que ¡aunque cupieran!... Tus pulmones no tendrían aire suficiente para apagarlas todas. Y que si son velas mágicas, ya sabes, de las que se vuelven a encender ¡segurito causas un incendio forestal! Además, quién quiere festejar el ya no tener la agilidad de hace diez años, el que ya no te digan señorita sino señora, e incluso el que te ofendan en el camión ofreciéndote el asiento… ¿pues qué tan traqueteada me veo?
Por si fuera poco llegas a la época en la que todo se cae… menos las encías porque ellas se levantan. Y eso sí, amaneces cada día con un dolor nuevo ¡en diferente lado! Y no pienses que esto es lo peor de cumplir años, lo peor es que cuanto menos te gusta cumplirlos, más rápido los cumples.
Y es que dicen los expertos que, una vez que llegas a los 30, los años pasan volando. Lo que no sé es si pasarán volando en globo, en helicóptero, en avioneta o con un simple “enter” de tu compu. Pero el caso es que ¡vaya que vuelan! Y tristemente tu Facebook se convierte en el recordatorio de que ya no te ves como solías verte, que no hay Photoshop lo suficientemente potente y que más vale sentirte orgullosa de las arrugas, que por fortuna se te han formado de tanto reír.
Sin embargo, aunque quieras consolarte con lo bien que has vivido cada uno de tus años, vas cayendo en cuenta de que ha llegado el momento de descumplir. Por eso a partir de hoy, estoy decidida… ¡empiezo a descumplir! Y con gusto voy a regalar los años que me iré quitando. Pienso dárselos como obsequio a mis amigas… ¡Sí! Sobre todo a aquellas que presumen estar muy conservadas (¡uy si, cómo no!)
Sólo espero no les caigan de peso unos añitos extras de golpe. O a ti ¿qué te dice el espejo?
Gina Serrano
