Política

Gallimard

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Gil cerraba la semana leyendo en el portal Le Grand Continent una entrevista de Florian Louis con Pierre Nora, el legendario editor de Gallimard. Nora ha publicado sus memorias y Gamés ha subrayado algunos párrafos de la conversación.

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En retrospectiva, creo que tuve una vida apasionante, que coincidió con un periodo histórico poco común desde el punto de vista intelectual, una especie de paréntesis feliz. Así que no me arrepiento. En la tensión entre la enseñanza en los Hautes Études, la escritura personal y la edición, he tenido una vida plenamente satisfactoria. Era mucho más interesante «corregir» a Foucault y a Le Goff que a los estudiantes de sciences politiques.

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Recibía cada año trescientos manuscritos o libros publicados en el extranjero. Había que seleccionar. Algunos se eliminan solos, otros había que mandarlos a leer y, por lo tanto, hay que encontrarles lectores. Así fue como conocí a Marcel Gauchet, que destacó en ese trabajo como lector. Ese es el corazón del oficio de editor: la lectura incesante y, me atrevo a decir, la lectura inteligente, es decir, la que te pone en la piel del autor. El «mundo editorial» a menudo me molesta porque expresa un poco de desprecio por los autores, tal vez porque no son capaces de ser autores. Hay una especie de ironía hacia el autor, se burlan un poco de él. Tal vez porque yo también era autor, nunca compartí esa risa. Me pongo en la piel de los autores: son cientos de horas de trabajo que hay que tratar con seriedad y esfuerzo de comprensión.

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Siempre recuerdo lo que mi padre, que era cirujano, me dijo una vez sobre sus pacientes: siempre hay que darle al paciente la impresión de que has estudiado mucho y que sólo has vivido para el día en que venga a verte. Hay algo de esa idea en el trabajo del editor, que también debe dar a cada autor la impresión de que ha vivido sólo para él y que es todo suyo. Pero no es cierto.

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Lamento no haber publicado a Philippe Ariès. Me habían gustado tanto Le temps de l’histoire y su Historien du dimanche que me inspiraron la idea de la ego-historia. Lo conocí más tarde, demasiado tarde.

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Por decir algo bastante personal, estoy muy orgulloso del trío que formé con Marcel Gauchet y Krzysztof Pomian. Un increíble trío de fertilidad intelectual y reciprocidad. Había que asistir a nuestras sesiones de trabajo semanales en Le Débat: ambos estaban allí y las ideas fluían. Pomian dijo una vez que probablemente no había ningún seminario en el Collège de France que tuviera esa densidad. Los tres hemos unido nuestros nombres a una obra reconocida como “monumental” con Les lieux de mémoire, pero mi marca ahí no es sólo la de un recopilador; Krzysztof Pomian acaba de terminar su monumental Histoire mondiale des musées, una obra magnífica realizada en condiciones muy difíciles, cuando acababa de perder a su mujer y de ser operado; Marcel Gauchet publicó los cuatro volúmenes de L’avènement de la démocratie, de los que basta con hojear un capítulo para darse cuenta de la amplitud. Este trío que formamos, más que orgullo, es felicidad.

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Nosotros venimos del final de la época revolucionaria, simplificadora y militante, y llegamos al advenimiento de un nuevo mundo, marcado por la modernidad, la globalización, el despertar del Islam, el individualismo democrático, la extensión de lo patrimonial, la transformación de la relación con el tiempo y la historia. Un mundo para entender y explorar.

Las condiciones han cambiado con la llegada global de la tecnología digital, la prioridad dada a los problemas derivados de la inteligencia artificial, el cambio climático, las convulsiones geopolíticas, los problemas de los seres vivos, todo lo que se conoce como el Antropoceno. Corresponde a otras formas de intelectualidad intervenir y encontrar los medios para hacerlo. El Grand Continent es un buen ejemplo.

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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que soporta el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular las frases de de Paul Valéry por el mantel tan largo: “Los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego,la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido”. 

Gil s’en va

Gil Gamés

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  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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