Política

Embajador mano larga

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Gil sabe que nadie es perfecto, solo la naturaleza y el Creador se acercan, y no siempre, a ese estado divino, eso que ni qué. Alguna vez, Gilga robó libros, pero no era embajador de México ni ganaba 6 mil dólares, o lo que gane ahora Ricardo Valero, embajador de México en Argentina que, con un método más bien rústico, se robó un libro, le cayeron en la movida y chin: numerazo.

Todo México ha visto que el método del embajador para expropiar (así se decía antes) libros es de principiante, miren que meterlo en un periódico. No manche, embajador. Va usted a robar, invente, sea creativo. Toma usted tres ejemplares se sienta en una mesa de la legendaria librería El Ateneo de Buenos Aires, ordena un café mientras los hojea y los ojea, el que le interesa se lo lleva al baño ahí lo desaparece en una buena chamarra. Luego devuelve honestamente los otros libros a los estantes y se hace usted de humo. Lo del periódico da pena, embajador Valero, cómo se le ocurre.

A Gil se le queman las habas por saber cuál fue el libro que se robó Ricardo Valero. Si se sustrajo uno de Borges, un ejemplar desconocido, digamos, encontrado en un baúl de María Kodama y la codicia lo empujó a ese acto, perdonado; pero si se robó un tratado de sociología, que renuncie en el acto.

Ahora mal sin bien, la verdadera desgracia es que el Presidente se refiera en su conferencia de la mañana a un acto trivial, como si de verdad fuéramos a tener un problema diplomático con Argentina. Al paso que vamos todos seremos pequeños, pequeñísimos habitantes de un país de miniatura.

La dura realidad

El método de Gil para corregir la realidad no sabe fallar: la lectora, el lector y le lectere se ponen delante del problema que los quebranta, lo miran con intensidad y acto seguido cierran los ojos. El problema ha desaparecido.

Apenas había terminado Gil su entrega diaria con un breve comentario del primer informe de gobierno de Claudia Sheinbaum en el cual aseguró que en hay avances en seguridad gracias a que encabeza una administración con finanzas sanas, austeridad republicana y coordinación con las 16 alcaldías.

Y en ésas estaba cuando Gamés se estrelló con esta noticia: una nota de la redacción de su periódico MILENIO informaba que “una balacera en una vecindad ubicada a un costado de Palacio Nacional, en el Centro Histórico de la ciudad, dejó a cuatro personas muertas y dos heridas”. Según los primeros reportes, el agresor fue el capitán segundo en situación de retiro Noel García Hernández, quien se encontraba en “estado inconveniente” e ingresó al número 7 en la calle Licenciado Verdad, a orinar.

Dos vecinos le reclamaron su acción y esto originó que el militar “sacara una pistola de entre su ropa y les disparara”. Hasta el lugar llegaron elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), uno de ellos le indicó al agresor que tirara el arma, pero éste no hizo caso y disparó, por lo que el policía repelió la agresión y abatió al atacante.

A balazos

Para Gilga, el caso ilustra no tanto la inseguridad en la cual viven los habitantes de la ciudad sino algo más grave: la violencia desatada provoca más violencia. Un militar ebrio entra a orinar a una vecindad; los vecinos le reclaman, él saca su arma y los ejecuta. Cuatro muertos a unos metros del lugar donde trabaja el Presidente de la República. Sopla y resopla.

Así es por estos rumbos: una fusca, una discusión y adiós. De la misma forma unos sospechosos israelíes toman café en una centro comercial y ahí mismo son ejecutados; en los baños de los restoranes de la Roma y de la Condesa, un enviado de la Unión Tepito venden droga y amenaza a diestra y siniestra a los jóvenes, de hecho toman el establecimiento; un grupo de invasores entra a un edificio y no hay poder jurídico ni policiaco que pueda desalojarlos. El hampa está más cerca que nunca. Volvemos al método de Gil. ¿Quiere que todo esto desaparezca? Ya sabe usted que hacer.

Todo es muy raro, caracho, como diría Sir Hugh Seymour Walpole: El mundo es una comedia para los que piensan y una tragedia para los que sienten.

Gil s’en va

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Gil Gamés
  • Gil Gamés
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  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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