Gil no sale de su azoro. La noticia la leyó en redes y rudas, en portales y soportales: un grupo más o menos numeroso, La Jornada afirma que han sido cinco mil personas, de distintas comunidades de Guerrero se dirigían a Chilpancingo caminando por la Autopista del Sol. Integrantes, unos 500, de la Guardia Nacional pretendieron contenerlos, pero fueron repelidos a pedradas y se replegaron. Los habitantes de Mochitlán, Quechultenango y Juan R. Escudero caminaron por la carretera como Pedro por su casa.
Durante la refriega, los manifestantes tomaron de rehenes a diez policías estatales, vandalizaron un camión blindado y se lo llevaron con rumbo al Palacio de Gobierno. ¿Cómo la ven? Dicho esto sin la menor intención de un albur de tierra caliente. ¿Y qué querían quienes interrumpieron el tránsito en la autopista? La libertad de dos transportistas acusados de delitos federales. Todo mundo sabe que desde hace años el más chimuelo masca rieles, cierra la autopista y le fastidia la vida a decenas de miles de personas que transitan, o no transitan por esa carretera. En parte de eso se trata la tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa; de eso tratan también los asaltos de los rufianes de la CNTE de Guerrero. Añadan ustedes al crimen organizado, que si Los Ardillos y la alcaldesa de Morena en Chilpancingo, los cuerpos mutilados, los recados cocidos a la piel. ¿Quién gobierna el estado? Nadie; o bien, la hija de Félix Salgado Macedonio.
Los policías estatales y los guardias nacionales instalaron un cerco en el kilómetro 271 de la Autopista del Sol, a unos pasos de la Fiscalía General del Estado. A un kilómetro los manifestantes ya se han plantado. Gilga se cuelga de las lámparas y pregunta si puede hacerse algo al respecto. Dirán que Gamés quiere la represión, la mano dura, el garrotazo, y no, más bien se pregunta si no hay alguna forma de imponer la fuerza de la ley sin brutalizar a unos manifestantes que le fastidian la vida a miles y miles, a los cuales la verdad les importa una almendra el transportista uno, o dos, o diez. Qué difícil es todo.
Libros de texto suspendidos
Gil lo leyó en su periódico La Jornada, o sea que nadie puede afirmar que se trata de una noticia escrita por mano neoliberal: “Una juez en materia administrativa ordenó a la Secretaría de Educación Pública y a la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos que cumplan en un plazo de tres días la suspensión que le dio a la Unión de Padres de Familia donde determinó revisar los programas educativos y verificar el contenido del material educativo para el ciclo escolar 2023-2024 antes de continuar con su edición e impresión”.
La SEP y la Conaliteg han sido omisas y no han acatado la sentencia de la juez: “Requiérase nuevamente a la Secretaría de Educación Pública, Subsecretaría de Educación Básica, Dirección General de Materiales Educativos y a la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos para que dentro del término de tres días acrediten las constancias idóneas de haber dado cumplimiento a la medida cautelar”.
Estimado Marx Arriaga, no haga corajes, pero tendrá que someter a revisión los libros de texto que usted promovió y aprobó; la verdad esos mazacotes son unos engendros del demonio, o sea, textos que desprecian el conocimiento, privilegian la ideología barata, odian los hechos y dan carácter de trama histórica a la leyenda y la mitología. Ah, que don Marx, y don Engels, y don Lenin, y don Stalin. Sigan así, van bien.
Muñoz Ledo
El tribuno Muñoz Ledo había muerto a edad avanzada. Amigos, comentaristas, diaristas, periodistas de radio y televisión lo han despedido con gran cariño y reconocimiento, a Gil le parece que un tanto excesivos. En efecto, Muñoz Ledo tuvo al menos dos intervenciones importantes en favor de la democracia en años recientes. Pero rayos, en desfavor tuvo decenas. Dicho lo cual y a la espera de los jitomatazos, Gilga cree que han despedido a Muñoz Ledo como si fuera Winston Churchill, ¿no es un poco demasiado? O sea: Porfirio Muñoz Ledo no fue Jesús Reyes Heroles, ¿de acuerdo?
Ahora mal sin bien, en estos tiempos de sequía política, el Tribuno Muñoz es una mezcla de André Malraux y Charles de Gaulle. Eso que ni qué, así está el abarrote. La generosidad puede ser a veces un error histórico.
Todo es muy raro, caracho, como diría Séneca: “A la opinión y fama démosles su lugar debido; que no pretendan guiarnos, antes bien que nos sigan”.
Gil s’en va