Gil cerraba la semana un tanto venido a más. Energético, erguido, o como se diga, Gamés a veces ordena algunos rincones de sus libreros. En ese sueño imposible se encontraba cuando apareció detrás de gruesos tomos una plaquette, un juguete magnífico que diseñó el escritor e investigador Alberto Enríquez Perea y lo publicó El Colegio de México: Luis Cardoza y Aragón: Brújula de maravillas (Colmex, 2016). Una tristeza que nadie lea a Cardoza, meditó Gamés. Un gran escritor que año con año desaparece, se evapora. Su obra ha desaparecido de las librerías, los dueños de sus derechos de autor lo estudian en secreto, no lo reeditan, lo cuidan como un secreto terrible. Gilga piensa (ya empezamos con las jactancias) no sin melancolía que tal vez este sea el final de la gran mayoría de los escritores. Así las casas (muletilla patrocinada por Bartlett chu-chu-chu), Gil arroja a esta página del directorio algunas iluminaciones de Cardoza.
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Qué extraña, qué extraña realidad es lo vivido. / No escribo para complacer a quien sea sino por algo inferior, harto inferior e irrecusable: por conminatorio mandato de mi alma / Escribo para vivir; no para ganarme la vida sino para perderla. / Solamente trazo una serie de círculos a mi única preocupación vital: la poesía.
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Si por algo existo es por mi dolor, mi quimera y mi soledad. / Porque la vida es hermosa, es impúdico morir / Prefiero ser contradictorio en apariencia a simplificar el poliedro / En todas partes hay muchachas, cielo, mar, amigos y una copa de alcohol. / No ansío tolerancia, sino comprensión y crítica y libertad entera. / No me apura convencer, contradecir, asombrar./ Pienso en el mejor estilo del hombre , y si no creyese en el hombre, no lo pensaría.
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La adolescencia es un delirio. / Estupidez maravillosa de los adolescentes: viven vida extrema, loca, celeste. / El hombre esta hecho de tiempo humano, hecho de días y noches. De luces y sombras. De razones y sueños.
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El dogma engendra culto y el culto dogma. / El dogma nos incita a la fe; algo peor, al esquema: a la simplificación, a la vaguedad “del más o menos” y otras cobardías. / El dogma es totalidad totalitaria. / Desaliento disfrazado de energía. / El poder del dogma reside en la dimensión de su obscuridad. Es compacto. Cúbico. Nebuloso, Vacío. / El dogma se hizo para lo arbitrario, para la imposición, para encender las hogueras.
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La realidad es imaginación. / La imaginación es realidad. / La realidad no existe. / Lo que más cuida el oscurantismo es que no haya libertad de imaginación / Imaginar es confesarse. / El sueño de la razón engendra maravillas. / Razón, imaginación, nuestras alas. / No hay más tradición que la de la invención permanente. / Todo lo valedero se va creando siempre contra una tradición / El orden y la aventura son las sístole y diástole del corazón humano en la creación.
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Embriaguez: imagen pura de la libertad humana. / En la familia de las Gracias, la embriaguez es la más lúcida por su naturaleza anfibia y su aristocracia singular. / La embriaguez es un estado angélico. / Todo el cuerpo es un párpado dormido. / El sueño nos domina con su gracia, es la esencia de la embriaguez, el cristal puro. / En la embriaguez me doy cuenta cabal de que estoy vivo: ya en su túnel me recuerdo de que estoy entrando en él.
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Amar es compartir fantasmas complementarios. / En el sexo hay una gimnasia; en el erotismo, una metafísica que no reclama hacer el amor.
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Lo desnudo no es erótico; es erótico lo desvestido.
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Sí: los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras se acerca el mesero con la charola que sostiene la botella de Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular estas palabras de Cardoza y Aragón por el mantel tan blanco: En mi paraíso, de una costilla de Eva nació Adán.
Gil s’en va
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