Dentro de un año culmina la gestión del presidente López Obrador, en su gobierno está tratando de sentar las bases de lo que él denomina “la Cuarta Transformación”, ¿habrá obradorismo después del gobierno de López Obrador?
El obradorismo es un movimiento político social variopinto, aglomera a personas de la izquierda más radical hasta personajes políticos ligados al conservadurismo.
Existe un obradorismo puro que lo viene acompañando desde 2005 y un obradorismo que llegó en las elecciones de 2018, el primero se diferencia del segundo porque está conformado por hombres y mujeres militantes de izquierda, actores políticos a favor de ciertos preceptos ideológicos del viejo nacionalismo revolucionario que lo acompañan por convicción, en tanto que el segundo es más de conveniencia, apoya a López Obrador por la circunstancia política actual a nivel nacional.
López Obrador es un político importante en la vida pública del México contemporáneo, un líder social como pocos en estos tiempos, aunque siendo jefe de Estado deja mucho que desear.
Si gana Claudia Sheinbaum podría darse una depuración al interior del movimiento obradorista (como ya se está dando), el grupo político de Marcelo Ebrard y de otros grupos no tendrían cabida en MORENA, por lo que buscarán emigrar a otros partidos políticos, muy posiblemente a Movimiento Ciudadano.
La ex jefa de gobierno contará con el respaldo de los sectores que conforman el obradorismo: magisterio (SNTE y CNTE), todo el aparato político de MORENA, apoyo de importantes grupos de poder y empresarios ligados a López Obrador.
Sheinbaum siendo presidenta, debido a su origen académico, científico y proveniente de una familia de clase media, incluiría a aquellos sectores de la sociedad desplazados del obradorismo durante este sexenio, en su momento leales e incondicionales a López Obrador, me refiero a los intelectuales de izquierda, investigadores, académicos, miembros de la comunidad científica y cultural, entre otros.
Si ganase Xóchitl Gálvez o algún otro candidato de la oposición habría una ruptura dentro del obradorismo, los perdedores de la contienda interna morenista, ósea las ex corcholatas, regresarían para disputarse el control político de MORENA; el sector empresarial que apoyó a López Obrador abandonaría el barco para sumarse a otros proyectos políticos; el Partido Verde, aliado de MORENA, buscará oxígeno político electoral en otras alianzas políticas para mantener su registro y seguir contando con el presupuesto económico que le otorga anualmente el Instituto Nacional Electoral (INE).
Los “obradoristas” que llegaron en 2018 seguramente estarán en la búsqueda de partidos políticos que los reciban.