Con esta idea, el gran Mahatma Gandhi buscaba hacernos crear conciencia sobre la inutilidad de la venganza y el ajusticiamiento. Hoy nuestro país es una sociedad carente de justicia y sobrada de ajusticiamientos. No se ejerce la justicia, se ejerce la venganza. Nunca habíamos estado más divididos como nación y como sociedad.
Hace unos días, un contingente de ciclistas salía a protestar en la CdMx por la falta de respeto de que son objeto por los automovilistas, y terminaron lapidando el coche de uno de ellos “porque los rebasó”. Todo esto ante la presencia de policías que hicieron lo que pudieron ante el grupo de cobardes que destrozó el automóvil.
Del escenario político no hace falta ni hablar: la justicia llega a medias y por las razones incorrectas; o no llega porque los compadrazgos siguen vigentes.
Pero hablemos de la causa primordial de este escenario: la sociedad. El ciudadano de a pie. La familia. Los padres fracasando en la orientación de sus hijos para convertirlos en ciudadanos integrados y sensibles. Ha dejado de asombrarnos el mirar noticias horrorosas como el asesinato entre niños o jóvenes.
¿Dónde nace la insensibilidad? Desde las cosas más sencillas que un niño mira hacer a sus padres: los insultos entre ellos, su padre gritando al automovilista de junto, la madre que pelea o empuja a otro cliente en el supermercado. El mirar cómo su familia despotrica en Facebook y juzga e insulta, a gente con la que se tienen diferencias.
Este camino fácil, de vivir los impulsos y de hacer barbaridades, es fomentado por la permisividad y la impunidad; y no hablo solo de las fallas del sistema policial o jurídico. La impunidad nace desde casa; cuando tus padres te permiten golpear o abusar de tu hermano y no hay consecuencia alguna.
Este espíritu vengativo nos está conduciendo al abismo. Nada quedará en pie si seguimos en esa ruta de insultar y golpear a cualquiera por motivos banales… si no dejamos que la tolerancia se cultive al interior de la casa. Demasiado odio en las maletas nos hace el camino pesado y nos hace perdernos de la vida.
Olvidamos que la idea es ser felices. Es poca la vida para desperdiciarla en venganzas. _
