Si tus hijos pequeños pasan muchas horas en pantalla sin supervisión, están expuestos a peligros iguales o peores que si los dejaras andar solos en la calle. Roblox es una plataforma con elevados peligros de engaño, abuso, acoso, suplantación de identidad, entre otros.
Y eso pasa en múltiples aplicaciones, no solo en esta que se ha vuelto tan popular. Muchos niños han sido víctimas de abuso y explotación sexual e incluso han perdido la vida o desaparecido mediante engaños de adultos que se hacen pasar por menores en estos ambientes digitales, disfrazados de juegos inofensivos.
Cualquiera puede abrir una cuenta sin identificación alguna y subir y hacer las porquerías que se les antoje. Pero el peor peligro es nuestra ignorancia como padres para establecer controles de seguridad en los aparatos de nuestros hijos, el no acompañarlos y no estar presentes en sus juegos.
Nuestra lejanía afecta su seguridad y sus emociones; un niño sin acompañamiento, es presa fácil de la manipulación y engaño de extraños. Si no convive con personas cercanas y no se siente integrado y con pertenencia a su familia y amistades, buscará por lógica la cercanía y aprobación de quien sea.
Ese tipo de peligros en internet, entran siempre a la vida de nuestros niños por el agujero que dejamos con nuestra indiferencia. Igual que lo hacen las drogas y otros vicios nefastos.
Las plataformas digitales no establecen medidas de seguridad si no son obligadas y forzadas por los Gobiernos. Bajo la presión de demandas multimillonarias, en países avanzados, no les ha quedado más opción que endurecer sus filtros de control sobre minoría de edad en los usuarios.
Pero eso en México no ocurre; nuestros políticos han frenado iniciativas legales de restricción sobre esas poderosas empresas, sometidos a sus intereses a cambio de beneficios económicos. Ante tal podredumbre, la opción es asumir nuestra responsabilidad siendo padres presentes e informados.
Si nuestros hijos conocen más de tecnología que nosotros, no somos ninguna seguridad o protección para ellos. Esperar a que el Gobierno se ponga a hacer su trabajo, es un salto al abismo. Empecemos mejor a hacer el nuestro.