Hoy nos levantamos con varios suicidios de jóvenes. En Altamira, dos adolescentes; y prácticamente el accidente en motocicleta por otros dos, ebrios y con consecuencias fatales en Tampico, es igualmente un suicidio, dadas sus circunstancias.
En días recientes una joven mujer intentó ganarle el paso al tren en Cuauhtémoc, una conducta absurda y autodestructiva. Terminó muerta y su hija grave. Y ya de los muertos en autos y motos, por exceso de velocidad, descuido y alcohol, hemos perdido la cuenta; no paran desde hace meses.
Son cifras y frecuencias no vistas en nuestra zona; y con un común denominador: el desdén por la vida y el autocuidado. Conductas impulsivas y temerarias, absurdas y suicidas.
¿Por qué se están matando nuestros jóvenes con tanta facilidad? ¿De qué tamaño son los graves errores en los estilos de crianza de sus familias? Otras formas de suicidio lento y progresivo son alcohol, tabaco y drogas en edades tempranas. Una urgencia imperiosa de desconectarse de la realidad y de la vida. Ausencia de rumbo y sentido.
Muchos adolescentes ven acercarse los 18 y los 20; sin idea del por qué o para qué nacieron. Pero lo más angustiante es que ni siquiera les preocupa y no se lo preguntan. Son consumidores pasivos de basura en redes sociales. Masacran los meses sin la mínima actividad productiva o creativa. La depresión y la crisis de identidad expanden sus dominios, cobran vidas. No es solo el suicidio, sino la existencia sin razón ni disfrute. Los días entre el celular, la cama y los videojuegos. Sin amigos, y afirmando que prefieren no volver a clases y seguir enclaustrados en una pantalla, sin relacionarse con nadie, sin convivir, o sin hacer nada como ocurre en muchas escuelas públicas sin estructura formal de clases en línea.
Duro panorama cuando sus propios padres tampoco saben para qué los tuvieron. Sin preguntarse si acaso los deseaban. ¿Cómo rayos alguien puede no sentirse perdido y sin rumbo, cuando la vida en la propia casa no tiene objetivo? Cero convivencia, ni interacción. Extraños bajo el mismo techo.
Son los terribles y preocupantes escenarios que están impulsando a los jóvenes a vivir sin sentido... y a morirse por nada. _