Tras el impacto mediático que ha tenido la señal de ayuda por violencia en pareja, de la cantante Alicia Villarreal, se ha generado una enorme ola de indignación social que pone el foco de nuevo sobre el abuso y el maltrato que se vive en muchas relaciones de pareja.
Al tratarse de alguien famoso y reconocido, las autoridades de inmediato reaccionaron y le otorgaron los apoyos necesarios a la cantante. Su pareja niega las acusaciones, pero le tocará a la fiscalía investigar el caso y definir si realmente es culpable o se trata de algún tipo de venganza en un conflicto matrimonial con otro fondo.
La otra faceta altamente preocupante del incidente, son los miles de casos de chicas que no son visibles porque no son famosas, y la autoridad no les presta atención y simplemente archivan sus carpetas.
En el peor de los casos, sus agresores no han sido arrestados, o fueron dejados en libertad por corrupción de los jueces, y salieron de la cárcel para asesinar en venganza a sus víctimas por haberlos denunciado.
Una pregunta necesaria e importante es: ¿cuántas señales de alerta fueron emitidas por el comportamiento psicópata de los novios agresores antes de tener que emitir una señal de auxilio públicamente? No solo en el caso de Alicia, sino de las personas promedio.
¿Porqué nos cuesta tanto trabajo como sociedad el dejar de normalizar y romantizar la violencia? ¿Porqué se actúa con ceguera y negación ante tanto y tanto abuso, antes tantas señales? ¿Porqué tener que esperar a verse obligadas a emitir las chicas, una señal desesperada de ayuda con su mano ante la gente?
Por la terrible manipulación psicológica, un fenómeno que a veces desde afuera no se entiende y resulta muy fácil juzgar a la víctima, y tacharla de que “le gusta el maltrato”, sin comprender que se está atravesando por una auténtica enfermedad emocional de la que no siempre es sencillo salir sin contar con ayuda profesional.
La señal de alerta debiera ser para toda la sociedad; para los padres que educan a sus hijas con escasos recursos para la autoestima, y para quienes educan tan mal a sus hijos hasta convertirlos en monstruos abusadores, acomplejados y violentos.
