El próximo abril se cumplirán dos años del feminicidio de Debanhi Escobar. Y la indignación con que todo el país se manifestara, prácticamente ha desaparecido… y el caso aún sin resolver por la FGR, no recibe ya presión social ni mediática.
También se ha olvidado la causa central de esa desgracia: los hijos monstruos que educamos. La familia sigue olvidando que no debe enviar pequeños agresivos a la guardería.
Sigue olvidando que no debe enviar niños violentos a la primaria. Sigue olvidando que no debe enviar jóvenes salvajes y desalmados a la secundaria y a la preparatoria.
Muchos padres de familia viven en una amnesia absoluta sobre cuál es su función como educadores. Igualmente la autoridad olvida para qué se les paga.
La Federación se dió cuenta de que las autoridades de Nuevo León mintieron con una falsa autopsia y que están encubriendo a alguien. Y no hacen nada al respecto.
Y como sociedad, tan llenos de rabia e indignación hace dos años, hemos olvidado el seguir haciendo presión por ese y muchos casos más donde los gobiernos fingen demencia.
Se les olvida a muchos papás que su función era permanecer en casa y transmitir un sentido de protección y fortaleza a sus hijos, y poner límites y sanciones.
Se les olvida a muchas mamás que esa sobreprotección y ese solapar bajezas, en nada beneficia a sus hijos y que solo los convertirá en delincuentes.
Se nos olvida educar bien a las mujeres para generar un sentido de solidaridad entre ellas, para que no se conviertan en la clase de amigas que tenía Debanhi: capaces de dejarla a su suerte en las peores condiciones.
¿Acaso un violador u homicida se convirtió en esa clase de basura de la noche a la mañana? Se nos olvida que no solo se trata de enviarlos a la escuela y sin educarlos en valores: ya vimos las consecuencias cuando eso sucede: se convierten en profesionistas que llegan a las fiscalías y solapan asesinatos… y a los que encubren asesinatos.
Y encima les pagamos. Un hijo cuyos padres lo criaron como un insensible, se convierte en la clase de taxista malnacido, que dejó abandonada a Debanhi a medianoche.
En este país, la amnesia nos está cobrando una factura con demasiada sangre.