El segundo debate de candidatos a la presidencia de México fue un triste paseo por la obviedad y los lugares comunes. En cuanto al desempeño de cada uno de los candidatos, esta es mi apreciación. Ricardo Anaya dejó pasar la oportunidad para despuntar. Si bien, sigue siendo un candidato articulado y ordenado en sus ideas, sigue sin transmitir pasión. Carece de naturalidad, no comunica, informa. Algo de lo más relevante de su desempeño fue que logró despojarse de esa sonrisa sobreactuada que suele poner todo el tiempo.
Andrés Manuel López Obrador, siguió la misma tesitura del debate anterior, fue ligero y repetitivo; lo lamentable, fue que recurrió a algo que suele hacer muy bien, y que, dicho sea de paso, es de muy mal gusto: ofender, poner apodos y burlarse. Su numerito de cuidar su cartera cuando Anaya se acercó fue infantil y define su idea de respeto, no solo a un adversario, sino también al debate y a la audiencia ¿Hará algo similar con Trump? A pesar de haber tenido un inicio sereno, pronto se mostró incómodo. Definitivamente desprecia este tipo de ejercicios. Para ser congruente con su estilo, nuevamente fue incapaz de contestar con inteligencia, tanto los señalamientos que se le hicieron, como las preguntas que plantearon el público y los moderadores.
José Antonio Meade, mejoró respecto al debate anterior. Quizá fue el más preparado de los cuatro. Nuevamente manejó bien los tiempos. Sus ataques fueron concisos y sus planteamientos inteligentes.
El Bronco no defraudó. Volvió a demostrar que es un político de ínfima estatura. Ve la política con una ligereza que asusta. Es simplista, superficial, repetitivo. No tiene nada que hacer en la contienda.
Por momentos, los moderadores León Krauze y Yuridia Sierra, estuvieron fuera de tono. Lejos de realizar una moderación, en ocasiones fueron inmoderados e impacientes.
Mis conclusiones son, en términos electorales, el segundo debate no será relevante. Nada se mueve. Los moderadores deben entender mejor su rol, una cosa es ser incisivo y la otra buscar ser protagonista.
Anaya pierde y es posible que baje en las encuestas. Meade fue el mejor y es posible que capitalice la baja de Anaya. Andrés Manuel López Obrador debería respetar más los debates, su desprecio a debatir, es a su vez, un desprecio al votante. El Bronco debería renunciar y desaparecer de la política.
Por otra parte, en cuanto al tratamiento de los temas, los mexicanos debemos sentirnos preocupados. Los cuatro candidatos pretenden representar a México ante el mundo desde posiciones hormonales, con vaguedades y lugares comunes.
Para resumirlo en tres palabras: fue muy deprimente.