Cultura

El nacimiento de Afrodita (2)

  • 30-30
  • El nacimiento de Afrodita (2)
  • Fernando Fabio Sánchez

Tal como leímos la semana pasada, Gea alentó a sus hijos a revelarse en contra de Urano, su padre, por la violencia y maldad en su contra.

Los hijos escucharon en silencio, muertos de miedo mientras su madre hablaba. Pero Cronos, cuya mente tejía ideas misteriosas, reunió ánimos y respondió:

“Soy capaz de llevar a cabo tu plan, madre. No soporto a nuestro padre. Ni siquiera merece que le demos ese nombre. 

Al fin y al cabo, él comenzó esta sucesión de crímenes”.

Al escucharlo, la vasta tierra se alegró en su corazón. Escondió al joven Cronos en un lugar oscuro. 

Luego le colocó la gran guadaña con dientes afilados en la mano. Le explicó el plan una vez más.

Más tarde llegó Urano el impetuoso trayendo consigo la noche y, con deseos de extraer amor de Gea, se colocó sobre toda ella.

En ese instante, el hijo salió de su escondite. Sujetó a su padre con la mano izquierda al tiempo que elevaba la derecha, asiendo firmemente la hoz recién creada. 

De inmediato dejó caer el brazo y, de un solo golpe, le arrancó los genitales al gran padre.

Sin perder tiempo, recogió la carne ensangrentada y la arrojó lejos de su padre.

La tierra se había mojado con el líquido y así quedó, húmeda. 

A medida que las estaciones cambiaron, Gea dio a luz a las Furias, así como a los Gigantes, con resplandecientes armaduras y lanzas en las manos, y a las Ninfas que llamaron Melias.

Los genitales recién cortados con la hoz se deslizaron desde tierra firme al agitado y espumoso mar. Flotaron a la deriva por un tiempo.

Una espuma blanca emergió de la carne inmortal, y de ese hervor efervescente nació una doncella. Y ella, nutriéndose, creció.

Entonces nadó hacia Citera, aunque luego, entre corrientes, se dirigió a la isla de Chipre.

Allí salió del mar la bella y asombrosa diosa, caminando por la costa, mientras, bajo sus delgados pies, crecía tierna y verde hierba.

Su nombre fue Afrodita, tanto en el idioma de los hombres como en el lenguaje de los dioses, ya que fue formada de la blanca espuma.

También la llamaron Citerea, ceñida de bella corona, pues a aquella región se dirigió primero.

La nombraron asimismo Ciprogénea por haber nacido muy cerca de Chipre.

De igual forma le dieron el nombre de Filomédea, pues amaba los órganos sexuales, donde vio su origen.

Eros se volvió su acompañante, por lo que un deseo encantador la esperó al nacer. 

Lo mismo sucedió cuando la diosa se mostró a los dioses por primera ocasión.

Desde ese momento, entre inmortales, hombres y mujeres, se le otorgó el don del habla virginal y dulce, la sonrisa del amante y los engaños del amor, así como todos los placeres sexuales.

*Traducción y selección personal de “Theogony”: Hesiod (Hackett; trad. Stanley Lombardo).


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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